Jade.
Ya casi acaba mi turno, estoy llevando unas malteadas a una mesa de una pareja de adolescentes, cuando escucho un golpe secó al voltear, veo una mujer en el piso y a varios comensales alrededor.
Me acerco rápidamente y veo a una señora de unos cincuenta años, delgada, con el cabello rubio.
Me agachó a su lado y trato de acomodarla ya que estaba en una posición extraña, al voltear la le veo algo pálida y debajo de sus ojos se ve unas enormes ojeras, en eso Armando llega a mi lado y me dice que ya llamó a la ambulancia y que ya vienen en camino.Al cabo de quince minutos la señora recobra el conocimiento yo estoy a su lado y le secaba el sudor de su frente con una servilleta.
— Tranquila señora, ya la ambulancia viene en camino — le digo amablemente a la pobre señora
— Tiene algún familiar al que pueda llamar — le preguntó.— No… no hija, nadie — me responde con un tono de voz muy bajo y veo como corren un par de lágrimas por sus pálidas mejillas.
Pobre señora, se ve muy mal, no puede ir sola al hospital.
En eso llega la ambulancia, se bajan dos paramédicos y la examinan, luego bajan una camilla y suben con mucho cuidado a la señora en ella.— ¿Alguien acompaña a la señora? — pregunta un paramédico.
— Si yo voy — me volteo y veo a la dueña del café — falta poco para terminar mi turno, usted me podría dar el permiso para acompañar a la señora, ella no tiene a nadie y si esto le pasará a algún familiar o conocido mío, no me gustaría que esté solo.
— Está bien Jade, ve con la señora, yo pienso igual que tú — me dice muy dulcemente.
Lina la dueña del café es una señora que pisa los cuarenta años, es un amor de persona, ayuda siempre al prójimo, creo que por eso me contrató, nos conocimos en el mercado apenas llegué a la ciudad y escuchó la conversación que tenía con Susana sobre mi gran necesidad de conseguir trabajo para poder cubrir mis gastos y lo de mi hijo.
Ella se acercó a nosotras y me dio una tarjeta con la dirección y me dijo que me acercara que quizás me podrían contratar.— Gracias Lina — Corro a los casilleros, dejo mi delantal y tomo mi bolso para correr nuevamente a la ambulancia.
La ambulancia va a toda velocidad, yo voy sentada a un lado de un paramédico quien le coloca oxígeno a la señora.
Alguien toma mi mano, al buscar quién es, veo la pálida y delgada mano de la señora.
— Gracias hija — apenas escucho su voz.
— Tranquila señora, ya falta poco, ya verá que mejorará pronto — la señora me ve con tristeza aún derramando lágrimas.
— Raquel — dice la señora — me llamo Raquel hija.
— Yo me llamo Jade señora.
— Nada de señora, dime Raquel — y al culminar de hablar se pone la mano en el pecho y hace un gesto de dolor.
— Señora tranquila ya casi llegamos — interviene el paramédico.
Llegamos al hospital y bajan a Raquel, yo los sigo mientras ellos la ingresan.
Una enfermera me dice que espere en la sala de espera, ya llevo media hora aquí sentada y no sé nada de la señora Raquel.Llamó a Susana para informarle la situación.
Llamada
— Hola Susa ¿ya está en la casa?
— si Jade, ¿vienes en camino?
— hay amiga, estoy en el hospital.
— Que te paso amiga, ya voy para allá — me dice Susana muy alarmada.
— Tranquila Susa, yo estoy bien.
— Si estás bien qué haces en el hospital.
— Hoy en el café se desmayó una señora, la pobre no tiene ningún familiar y no pude dejarla sola Susa.
— Ya veo — escucho que suspira — tú nunca cambias, siempre estás ayudando a las personas.
Tranquila yo cuido a Ángel tu acompaña a la señora hasta que llegue algún conocido de ella.— Gracias amiga.
— NA, no agradezcas mira que después me la cobro.
— Cuida a mi bebé, dile que lo quiero.
Cuelgo la llamada y veo salir una enfermera lee en una carpeta y luego habla.
— Familia de la señora Raquel Smith.
— Yo — me levanto como resorte y me acerco a ella.
— ¿Usted es?
— Soy amiga de la familia, enfermera — y me quemare en el infierno por mentir, pero es por una buena causa Diosito.
— Venga conmigo por favor — sigo a la enfermera hasta un consultorio al entrar veo a una doctora sentada detrás de un escritorio de metal.
— Doctora ella viene con la paciente Raquel Smith — le informa la enfermera.
— Pase, siéntese por favor — dice la doctora amablemente.
Yo entro al consultorio y tomó asiento, la enfermera se retira cerrando la puerta.
— Señorita, la paciente Raquel Smith no está nada bien, le pedí los datos de algún familiar y ella dice no tener a nadie, una enfermera me informó que usted la acompaña por eso la hice llamar, ¿Usted que parentesco tiene con la paciente?
— Yo…, yo soy amiga doctora — tartamudeo por la mentira, pero me repito es por una buena causa.
— Ya veo. ¿Y usted no conoce a ningún familiar de la paciente? — yo niego con la cabeza.
— Doctora que tiene — pregunto ya alarmada por tanto rodeo, la doctora respira y luego responde mi pregunta.
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Hola, hola.Gracias por darle una oportunidad a esta nueva historia.
¿Qué opinan de Jade?
A mi parecer me gustaría que más personas fueran como ella.
ayudar al prójimo sin importar que.
El mundo sería distinto con más personas así.Se les quiere ❤️
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Un amor inesperado
RomanceJade Díaz una mujer que tuvo mala suerte en el amor, ella decidió dedicarse a su hijo y al trabajo, pero un día todo cambia inesperadamente, cuando decide ayudar a una señora que se desmaya en su lugar de trabajo, la señora sufre una enfermedad term...