¿Sueños?

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Jade.

— Amiga no me digas que ese bombón andante es tu adorado tormento — habla Susana una vez Eros cierra la puerta su habitación, ella entra en la mía y cierra también la puerta para luego sentarse en mi cama.

— Si, él es Eros y no le digas así, él no es ningún tormento para mí — ella ignora mi comentario y continúa hablando.

— Con razón te tiene así, si es un dios del Olimpo, un ángel, un…

— Toma Susana — le entrego una toalla.

— ¿Y esto para que? — me pregunta confundida y yo estalló en carcajadas.

— Para, para que te limpies la baba — ella me ve, luego la toalla en sus manos y empieza a reírse.

— Jade es que está buenísimo, yo en tu lugar, entraría a escondidas todas las noches a su habitación, es, es…

— Ya Susa, no exageres, es un hombre común y corriente, ya está — está vez le hablo sería.

— Si tú lo dices… Tenemos que sacar una cita en el oftalmólogo.

—  Y eso, ¿pasó algo con Ángel?— pregunto preocupada.

— No, él está bien, la cita es para ti, creo que te estás quedando ciega — me lanza a la cara la toalla que le di anteriormente yo tomo una almohada y se la lanzó.
— Un hombre común y corriente, estás ciega amiga.

Y empezamos una pelea de almohadas, parecemos niñas, sé que ya somos adultas y yo hasta tengo un hijo, pero nunca está de más desestresarse un poco entre amigos.

Luego de la pelea de almohadas las dos nos acostamos en mi cama mirando el techo.

— Susa, creo que sí me gusta Eros — suelto de la nada, Susana se sienta en la cama y me mira con una sonrisa pícara en sus labios.

— Jade eso ya lo sabía.

— ¿Y cómo lo puedes saber?

— Por como me hablabas de él, por como te conseguí hace rato. Amiga, recuerda que nosotras nos conocemos desde siempre, y se cuando un hombre te gusta.

— Si, lo sé.

— ¿Y cual es el problema con que él te guste?

— Ya te lo he dicho muchas veces, él es un mujeriego, él me trató muy mal, el me tacho de interesada.

— Quizás no te guste esto que te voy a decir, pero aquí va.
Jade ponte en su lugar, él es multimillonario, su madre murió lejos de él y cuando leen el testamento, le dejó mucho a una desconocida, mira piensa esto, nadie ayuda a otra persona sin conocerla o sin ningún interés, hoy en día los humanos somos muy materialistas, muy pocas personas tienen un corazón tan grande como el tuyo, dale una oportunidad de conocerte.

— Me voy a dar una ducha, para luego bajar a la habitación de Angel — le digo mientras me levanto y voy al baño.

Las palabras de Susa no salen de mi cabeza, quizás si la situación fuera al revés yo pensaría lo mismo.
Ya arreglada voy a la habitación de Ángel, a las 7:00 de la tarde, Juana toca la puerta para avisar que la cena está lista, paso buscando a Susana y bajamos al comedor.

Cenamos tranquilamente, Ángel está agotado, comió y luego se fue a dormir. Susana y yo decidimos salir al jardín, nos sentamos en las escaleras a platicar un rato.

— Sabes Susa, creo que tienes razón.

— Yo siempre tengo la razón — dice con alegría, pero luego voltea me ve y me pregunta — ¿Y en que tengo razón? — yo sonrió.

Un amor inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora