Capítulo VIII: Más de lo que aposté - Aitana y Morat.

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A veces somos, a veces no.
Un día es odio, otro es amor.
La razón yo no la conozco,
pero contigo siempre vuelvo a caer.

No pasó nada interesante durante toda la tarde, a Pablo no parecía importarle que me hubiera ido de la fiesta, aparentemente, sola, porque no me había mandado ni un triste mensaje para asegurarse de que estaba bien. No dejaba de preguntarme qué hubiera pasado si me hubiera quedado en el cumpleaños de María toda la noche.

Yo era de esas personas que se pasaba la vida haciéndose la pregunta de "¿y si...?" porque nunca me atrevía a hacer lo que quería. Y tampoco tenía la iniciativa que veía en mis amigas para hacer el intento, simplemente no me salía. No era yo.

Julia:

Que haces hoy?

Quedamos?

Luna se quedaba con su hermana mayor en la ciudad cuando sus padres decidían irse a la casa de la playa en verano, cuando le daban vacaciones a su padre. Así que aprovechábamos esos días que ella estaba libre para quedar, sobre todo en su casa. Y esa tarde me apetecía quedar con mi amiga. No porque le fuera a contar nada sobre Rubén, y muchísimo menos de Pablo.

Luna :) :

Vale

A que hora?

Julia:

La que quieras.

Yo solía planear todas las quedadas con al menos un par de horas de antelación, pero aquella me salió sola, como si fuera otra persona por unos segundos y se hubiera apoderado de mí.

Luna y yo nos conocimos desde muy pequeñas, casi podía decir que nos conocíamos desde siempre, porque era prácticamente cierto. Pero no me contaba absolutamente nada, yo tampoco es que le contara gran cosa, aunque hacía algún comentario sobre varias cosas de mi vida. Le contaba lo que pasaba cuando salía con mi otro grupo de vez en cuando y hablábamos de ellos, pero siempre eran conversaciones superficiales. Ese tipo de conversaciones que podía tener tanto con ella como una persona casi desconocida, porque no era nada personal de mi vida privada.

−      Hola. −me saludó al abrirme la puerta, sonriente. −Pasa. Mi hermana no está.

Cerré la puerta y me adentré hasta el salón, fruncí el ceño cuando me encontré a Víctor sentado en el sofá. Luna se sentó a su lado, así que yo me senté al otro lado de la rubia, un poco incómoda por la situación. Víctor y Luna no solían quedar solos sin antes decir nada de quedar por el grupo, las veces que habían salido los dos era porque no podía nadie más.

−      ¿Qué haces aquí? −le pregunté a Víctor.

−      ¿No puedo? −me contestó riéndose y mirando su móvil. −Por cierto, ¿qué tal anoche en el cumple de María?

−      Eso, ¿qué tal? −se unió Luna, interesada. − ¿Ana se ha liado ya con alguno de los chicos? −rió mirando a Víctor de reojo.

−      ¿Cómo? −pregunté riendo, nerviosa e incómoda por el tema de conversación.

−      Es que le he contado que Ana se ve muy interesada en Rubén. −me dijo el oji azul. −Y en Jesús. Y en Pablo. −enumeró.

−      Lo de Ana es un poco fuerte. −agregó la rubia. −Quiero decir, está bien que te líes con los chicos que quieras, pero si ves que ninguno quiero liarse contigo pues no lo intentes más. −se llevó el vaso de agua a los labios. − ¿O no? −me preguntó.

0. Ataque de ansiedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora