Capítulo XXXII: Angels like you - Miley Cyrus.

18 0 0
                                    

No es tu culpa que yo arruine todo.
Y no es tu culpa que yo no pueda ser
lo que necesitas.

Cariño, los ángeles como tú
no pueden volar al infierno
conmigo.

Iba a ser difícil aparecer en el instituto y volver a sentarme en mi sitio, entre Jesús y Luna, también me iba a costar quitarme la costumbre de ir a buscar a Luna todas las mañanas, de hablar con Pablo. Tenía la sensación de que volvía a nacer, tenía que empezar de cero en una nueva ciudad, pero seguía estando en mi ciudad, en mi zona de confort, aunque no había salido de ella, me sentía insegura como si no lo estuviera, como si estuviera lejos de casa.

Llegué muy temprano al instituto, nunca había llegado tan temprano. Me senté en el pasillo mirando el móvil mientras venía alguien a hacerme compañía, rezando que no aparecieran ni Pablo ni Luna porque entonces iba a estar peor que sola.

María:

Queréis veniros a mi campo

Rubén:

Cuando?

María:

El viernes

He echado a todos mis primos

JAJAJAJAJ

Jesús:

De una

Rubén:

Tomaaa, claro

Ana:

No puedo :(

Me baja la regla el martes

Y no me puedo ni mover cuando me viene

Como para ir al campo

− Qué putada. −oí la voz de Rubén. −Lo de Ana. −se sentó a mi lado.

− Ya ves. −murmuré.

− ¿Vas a ir? −movió su teléfono delante de mi cara.

− No sé.

Estaba dispersa por unos momentos, contaba los días con la mente y con ayuda de mis manos, llamé la atención de Rubén, que me miró con el ceño fruncido y sin entender lo que estaba haciendo. No había caído en la cuenta de todas las veces que había hecho algo con Pablo sin protección, no me había dado ni cuenta que tenía un retraso hasta que Ana mencionó su período.

− Joder. −cogí el móvil rápido y conté los días en el calendario.

− ¿Qué te pasa? −preguntó Rubén. − ¿Tienes que hacer algo ese día?

− No. −bloqueé el móvil y me mordí el labio, nerviosa. −Me tenía que haber bajado la regla hace una semana, Rubén. −susurré.

− Hostia puta. −musitó cerrando los ojos y suspirando. −No me jodas, Julia. −cogió su mochila y se levantó.

− ¿Dónde vas? −le imité.

Miró a ambos lados por si había alguien, Diego estaba terminando de cruzar la esquina, pero estaba lo suficientemente lejos como para no oírnos. Rubén se acercó a mi oído, despacio. Su cercanía me ponía nerviosa, pero no como la de Pablo. Era muy diferente, porque ellos dos lo eran.

− A comprar un puto test de embarazo. −me susurró.

No estuve tan nerviosa como ese día, saltándome las tres primeras horas de clase yendo a una farmacia. No pasé la vergüenza de comprar el test porque Rubén fue el que se encargó de ello, aunque le esperé en la puerta igual de nerviosa que si hubiera entrado con él. No sabía lo que Rubén tenía en mente cuando me llevó a su casa.

0. Ataque de ansiedad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora