Capítulo 6:

164 14 4
                                    

«Escucha mi voz»

Miraba hacia un lado y hacia otro, pero el panorama era el mismo; desolado. Caminaba despacio, sin realmente poder ver mis pies, debido a la neblina baja que había alrededor de mis tobillos. Mirando hacia arriba, el cielo estaba de un color azul, no tan claro, parecido al color que se muestra cuando el cielo se prepara para el atardecer, después de que el sol ya ha ocultado sus rayos, mientras un grupo de nubes aborregadas se encuentra agrupándose hacia la misma dirección. Incluso no se podía escuchar ningún ruido, así como tampoco se podía sentir ninguna brisa de viento. «¿Acaso esto es el cielo?» Esa fue la primera pregunta que se alojó en mi mente, sin dejar de ver sorprendida, y algo temerosa hacia todos lados. Cuando de pronto, cuando miré fijamente hacia una dirección, pude ver una sombra que se asomaba y caminaba lenta y silenciosamente hacia donde yo estaba, haciendo que mis pasos se detuvieran de golpe. Quería reconocer quién era el que se acercaba a mí, pero como dije, no me fue posible. Aun así, no despegué mi mirada de esa sombra que estaba cada vez más cerca. Seguí vigilando cada paso que daba, casi sin parpadear, cuando de repente, la luz de un faro, que no supe ni de dónde provenía, empezó a iluminar de a poco la sombra de esa persona, comenzando con sus piernas, subiendo lentamente por su cuerpo, dejándome ver que vestía traje oscuro, casual, nada fuera de lo normal, pero, cuando esa luz continuó subiendo por su rostro, hasta iluminarlo completamente, por fin me permitió ver de quién se trataba. Y mi corazón solo necesitó de ese vistazo para ponerse a latir con fuerza a una velocidad impresionante. Y cuando vi cómo me sonreía, supe que no estaba en el cielo como al principio creí. No. Aún continuaba en el infierno. Y él, mi captor, mi demonio, aún continuaba atormentándome......

Desperté sobresaltada. Abriendo los ojos de golpe y sintiendo el corazón latiendo a mil por hora. Había sido solo un mal sueño, pero, aun así, se había sentido tan real... No tenía idea de cuánto tiempo había pasado, pero casi puedo jurar que mi cuerpo se siente más descansado. Como si hubiese dormido todo lo que no he hecho. Comienzo a parpadear varias veces seguidas para apartar la nebulosa de sueño que aún siento, y comienzo a mirar a mi alrededor, pero de inmediato me siento desorientada. Pues no se me hace nada conocido lo que veo, con lo que se supone que debía de haber en la habitación de hotel en donde me hospedaba. Lo que me hace comenzar a sentir pánico. Así que rápidamente me enderezo, incluso mareándome un poco al hacerlo tan rápido, y cuando comienzo a mirar todo más a detalle, como dije, ese pánico empezó a empeorar, cuando vi que ni las paredes grises, ni el aroma que estaba impregnado a la ropa de cama, eran de la mía. Así que, confundida, me estaba apresurando para salir de las cobijas, y ya mis pies casi tocaban el suelo, cuando de pronto una voz me hizo dar un respingo.

—¡Grazie a Dio per questo miracolo! —«¡Oh, no! Ese estúpido idioma otra vez. ¿Acaso estaba devuelta en Italia, o por qué se empeñaban en torturarme con ese idioma?» Miré como una señora, de unos sesenta o setenta años aproximadamente, entraba hablando italiano, mientras alzaba las manos al cielo. Sonriéndome con alegría. Pero, cuando vio mi reacción, seguramente arisca o asustada, aún sin borrar su sonrisa, se aclaró la garganta, antes de volver a hablar. —Lo siento, mi niña. ¿Habla inglés? —aún algo dudosa, y no queriendo revelarle que podía comprender bien el italiano también, solo asentí con la cabeza. —Entiendo. Perdone a esta anciana. A veces olvido que no todos hablan mi idioma —al ver su amabilidad, me sentí un poco mal por la mentira que le había dicho, pero no me retracté. En vez de eso, tragué saliva para aliviar mi garganta reseca, antes de hablar dubitativa.

**(¡Gracias a dios por este milagro!)**

—¿Quién... quién es usted? ¿En.... dónde estoy? —me señaló una esquina alejada de la cama.

—Antes de responderle, ¿Me permite sentarme? —aunque lo dudé en un principio, terminé asintiendo. —Grazie. Perdone que la incomode, pero los huesos de esta vieja se cansan cada vez más —murmuró sentándose en el sitio que me había indicado anteriormente. —Ahora sí. Le respondo. Mi nombre es Luna. Y está usted descansando en la casa de la familia Chiba —fruncí el ceño.

ENSÉÑAME A VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora