Capítulo 11:

124 15 5
                                    

«Ella está viva» 

DARIEN:

—Figliolo, il tuo caffè è pronto —murmuró mi nana al verme llegar a la cocina.  

**(Hijo, tu café está listo.)** 

—¡Gracias, nana! —agradecí, tomando asiento alrededor de la mesa. Dándole un sorbo a mi bebida y abriendo el periódico que había llegado esta mañana.

—¡Buongiorno famiglia! —saludó Seiya de buen humor, tomando asiento a mi lado. —¿Qué lees? —lo miré bajando un poco el periódico.

**(¡Buenos días, familia!)**

—¿No es obvio? —rodó los ojos.

—Me refiero a qué sección lees.

—Ah. Economía y nacional.

—Aburrido. ¿Me prestas la sección de deportes? —resoplé, antes de buscarla y tendérsela.

—Aquí tienen. ¡Buen provecho! —murmuró Luna sirviéndonos a ambos.

—¡Gracias, nana! Oye, Seiya, ¿Qué turno traerás esta semana?

—Igual. ¿Por qué? —murmuró dando un bocado, sin apartar la vista del periódico.

—No, nada más —respondí con simpleza, comenzando a comer, pero él me observó con el ceño fruncido.

—¿Algo te traes? —le estreché la mirada.

—¿Por qué lo dices?

—Porque no es la primera vez que me preguntas lo mismo —me hice el desentendido.

—Alucinas —resopló.

—No, no alucino. Es más... —miró hacia la cocina donde estaba mi nana. —¡Nana!

—¿Cosa c'è che non va, figlio mio?

**(¿Qué pasa, hijo mío?)**

—¿Dónde estabas ayer? —Luna se puso pálida e inmediatamente me miró. Y es que, en todo este mes que ha pasado, hemos estado ocultándole a Seiya la existencia de Serena, así como todo lo que tenga que ver con ella. No porque desconfiemos de él, sino porque mi hermano es muy confianzudo, demasiado curioso y bromista. Y sabemos que, al saber de ella, él querrá conocerla. Y esto no creo que ella se lo tome tan bien. Así que, aprovechamos que Seiya poco estaba en casa, pues siempre se la pasaba en el hospital, o en alguna discoteca cuando salía a divertirse en su tiempo libre, para mantener toda esta situación oculta. Pero, tal parecía que pronto teníamos que decírselo. Pues ya comenzaba a sospechar.

—Yo... fui al mandado, mi niño —Seiya le estrechó la mirada, sin creerlo ni un poco.

—Sin mentiras, nana. Ayer volví a casa por algo que necesitaba y que se me olvidó, pero tú no estabas.

—¡Ah! Es que...

—Yo la llamé al consultorio. Necesitaba decirle algo. Y luego se fue al mercado. ¿Por qué? —murmuré interrumpiéndola. Ayudándola en su apuro.

—Son un par de mentirosos —murmuró dando un agresivo bocado a su comida. —Y no es la primera cosa que he notado. Los dos han actuado raro. Especialmente tú —me señaló con el tenedor.

—¿Por qué raro?

—¿Será porque tú, "don saludable" últimamente te llevas el carro y no haces más que llegar tarde a casa porque te la pasas con Taiki? Y no solo eso, te llevas a mi nana muy temprano y llegas con ella hasta muy tarde. ¿Por qué? —suspiré. —Además, hay algo más que debes explicarme.

ENSÉÑAME A VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora