Capítulo 21:

85 14 2
                                    

«Amor de hermanos»  

—¡Me encanta el outfit que llevas hoy! —di un respingo, al escuchar la alegre voz de Ami. —Perdón si asusté —agregó pronto, haciendo que yo soltara una risita.

—Me tomaste por sorpresa —me sonrió, acercándose al tocador y tomando el cepillo para luego pasarlo por mi cabello, cepillándolo despacio.

—Eso puedo ver. ¿En qué pensabas? —solté un suspiro.

—Estoy nerviosa.

—¿Por qué?

—Ya te lo había dicho —frunció el ceño, y al ver que no lo recordaba, resoplé. —La secretaria que el doctor tenía volverá hoy.

—¡Ah! Ya, ya lo recordé —rodé los ojos. —Perdóname. Últimamente he andado muy despistada —de nuevo resoplé.

—¡Qué novedad! —ironicé, haciéndola reír.

—¡Oye, me ofendes!

—Pero es cierto —sonrió con esa expresión boba y enamoradiza que ha tenido últimamente. —Hablando de eso, ¿Qué tal lo llevas? ¿Sigues resistiéndote a lo que te hace sentir? —suspiró y me miró a través del espejo.

—No voy a negarlo. Al principio hice todo lo posible por conservar mi corazón dentro de ese caparazón que me autoimpuse, pero no pude. Ese hombre juega sucio, y atina a darle a esos puntos débiles que tengo, consiguiendo que suspire como una tonta por él —murmuró gruñendo, haciendo que yo soltara una risita.

—¿Él es bueno contigo? —asintió con una tímida sonrisa.

—En un principio pensé que no iba a funcionar algo entre nosotros, pues somos polos completamente opuestos....

—¿Has escuchado que polos opuestos se atraen? —asintió con una risita.

—Sí, y ahora lo entiendo. Porque un día, así de pronto, me di cuenta de que tenía sentimientos por él. No lo vi venir. Simplemente sucedió. Y entre más lo conocía, supe que poco me importaba lo poco o mucho que tuviéramos en común. Así como descubrí que ese dulce trato que me daba, y lo mucho que suele sacarme de quicio, es lo que me tiene así de enamorada —le sonreí.

—¿Él lo sabe? —soltó una risita.

—Sospecho que lo sabe, pero yo no se lo he dicho —fruncí el ceño.

—¿Por qué? ¿No estás segura?

—No es tanto eso. Simplemente que, primero lo haré suplicar por mi cariño, y haré que él se me declare primero. Me lo debe por haber hecho que me enamorara como una idiota cuando yo no quería —reí.

—Me da gusto que te estés dando una oportunidad —me devolvió la sonrisa, al mismo tiempo en que recargaba el mentón contra mi hombro.

—¡Gracias! Pero, no hablemos de mí. Mejor cuéntame por qué te sientes así —hice una mueca.

—Bueno, pues me siento así porque no sé qué clase de mujer vaya a ser su secretaria. Según el doctor ella es muy linda y buena persona, pero, tú ya sabes como soy de insegura —asintió.

—Lo entiendo. Pero ten confianza. Recuerda lo que el doctor te ha dicho —asentí. — Ahora, que sí la mujer es una fichita, tú sólo dime. Te prometo que no tardaré en ajustar cuentas con ella —de nuevo reí ante esa amenaza que no descartaba del todo. —Oye, por cierto, en unas semanas será tu cumpleaños —mi sonrisa se borró.

—Lo sé. Pero igual que siempre, ese día no tiene nada de especial.

—No digas eso —murmuró girándome y encarándome.

ENSÉÑAME A VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora