Capítulo 12:

143 16 9
                                    

«El miedo regresa»

—¡Buenos días, mi niña Serena! ¿Cómo amaneció? —le sonreí a esa amable señora que tanto me ha cuidado últimamente, antes de iniciar mi mañana de ejercicios, recibiendo ese caluroso abrazo al que ya me invitaba.

—Muy bien. ¿Y usted?  

—De maravilla, mi niña. ¿Ya quiere almorzar? —le asentí con una pequeña sonrisa. Me agradaba mucho su compañía. Me hacía sentir tranquila, cómoda. Me trasmitía tanta paz... Tal vez porque sus cuidados, sus atenciones, y esa forma en la que me cuida y me consiente, me hace recordar a mamá. Me hace sentirla cerca, ahora que más la necesito; Ha pasado poco más de un mes desde que me decidí a tomar las terapias con el doctor Darien. Ese doctor que tiene un increíble parecido con mi exesposo. Un misterio que sigo sin entender y sin poder resolver. Pues Ami no me han dicho nada acerca de ello. Él tampoco me ha dado explicaciones, y yo soy muy cobarde como para preguntárselo a él directamente. Sobre todo porque todavía no tengo el suficiente valor de verlo a la cara. Claro que tengo teorías. "Muchas". Pero, así como aparecen las descarto porque son un tanto ilógicas y hasta absurdas. Tal como es tan absurdo que ese doctor que tanto me ha ayudado tenga la misma apariencia que mi exesposo. Incluso muchas veces me pregunto si no estoy soñando o teniendo una pesadilla porque mi realidad es muy irreal. Pero cada mañana me doy cuenta de que esta rutina es parte de esta nueva vida surrealista. Así que, por lo mismo, y con tal de no terminar de perder la cabeza, procuro no darle tantas vueltas al asunto y enfocarme solo en el avance de mi tratamiento. Pues, por desgracia, aunque parezca que yo he mejorado, y aunque me vea aparentemente tranquila, la angustia de no saber absolutamente nada de mi hijo, vive presente en mi corazón día con día. No voy a negar que, por culpa de esa angustia, muchas veces he querido abandonar todo. Muchas veces he querido echar por la borda este último mes, pero siempre procuro serenarme y recordarme que, esto que hago, lo hago por él. Por nadie más. Así que, continúo con esas terapias en donde cada día desprendo una capa de dolor que cubre mi corazón. Y gracias a esas pláticas, (que son todavía a través de una cortina) es por las que me he sentido mejor. No mucho, pero sí he sentido un gran cambio. Luna y Ami me lo dicen cada que me ven. Pues como dije, ellas son un gran apoyo. Incluso el señor Taiki, (a quien después me revelaron que era un amigo de la familia, no solo un simple taxista como me lo pintaron al principio) me dijo que en apoyo a Darien, llevaría mi caso una vez que recolectemos las suficientes pruebas; Todos me ayudan a su manera, aportando un pequeño granito de arena, pese a que yo soy casi una desconocida para ellos. Pero, muy en el fondo sé, que el que se lleva todo el mérito de esta recuperación que estoy teniendo es él. Por la paciencia, y la gentileza que ha tenido conmigo desde aquella tarde que me salvó de aquel puente, que tantos recuerdos y escalofríos me produce cada que pasamos por él.   

—Sí, Luna, ya tengo hambre, pero.... ¿Puedo ayudarte? —soltó una risita.  

—¡Por supuesto, mi niña! ¿Qué le apetece que hagamos? —lo pensé por un momento.

—¿Tortitas con beicon?

—¡Me parece muy bien! ¡Empecemos! —juntas nos metimos a la cocina, de esa casa que hasta ahora ha sido mi hogar y mi refugio seguro. Juntas comenzamos a hacer el almuerzo, aunque como siempre la mayor parte que incluyese la estufa lo hacía ella. Por lo que yo enjuagaba los sartenes y utensilios que íbamos desocupando. Así como me puse a poner la mesa, colocando los platos y vasos. Pero, justo cuando estaba terminando, veo que Ami baja las escaleras, dando pisadas fuertes. Algo que no es para nada extraño, pues es lo que ha hecho últimamente. Aunque la mayoría de las veces es cuando viene del trabajo y no antes de que se vaya. Pero pese a eso conozco la razón; Y es que, Ami es una chica con un carácter fuerte y guerrero, pero como dije tiene alrededor de una semana en que la atacan mucho sus cambios de humor. Y la mayoría de las veces procuro seguirle el hilo para entenderle, sin tener que preguntárselo para no incomodarla. Pero, a veces siento que no puedo, porque viene sonriente, otras veces enojada, otras veces tranquila y muy platicadora, y otras viene, en plan un tanto insoportable. Tanto que solo saluda, y se encierra en su habitación, aprovechando que ya no necesito su compañía. Pues las pesadillas que antes tanto me atacaban hoy por hoy ya no las tengo. Me sorprendió mucho cuando pude dormir tranquila por una noche completa, pero así fue. Desde que comencé con la terapia, esos terribles sueños ya no llegan a perturbarme. Incluso y hasta dormía mejor, porque ahora alguien, aparte de mi doctor, me tranquilizaba en mis sueños; Y ese alguien era mi padre. Con quien compartía lindos pensamientos. Algunos eran recuerdos que vivimos juntos. Y otros eran pensamientos que nunca sucedieron, pero que de igual forma me brindaban paz infinita.

ENSÉÑAME A VIVIR SIN MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora