Capítulo 4: Fuerzas hostiles

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Katya estaba temblando de miedo cuando escuchó la pelea desarrollándose afuera. Egan tenía algunos guardias afuera, pero no eran tantos en comparación con la cantidad de militares que llegaron. Katya estaba sintiendo la culpabilidad y el temor como el soporte que la mantenía de pie y paralizada en ese momento. Deseó entonces haberse quedado con Ivan esa noche, no haberse ido. Pero su avaricia había ganado y ahora estaba allí, pagando las consecuencias.

El ocaso del atardecer entró por la puerta cuando ésta fue derrumbada por la milicia. Los guardias comenzaron a pelear y Katya logró ver entre todos los cuerpos el delgado pero fornido de Argus luchar con almenos dos militares puño a puño. Los militares no habían roto aún la barrera protectora que habían creado los guardas de Egan, pero cuando ésta empezó a flaquear, él tomó por el hombro a Sylvana y se acercó a ella para susurrarle al oído.

– Toma el jet, vete de aquí y llévate a Katya contigo –ya no había más "doctora Kozlov" para ella, al parecer, era entendible ya que probablemente era gracias a ella que estaban en problemas, para empezar–. Llévala contigo a Sacra Corona, dile a papá que la proteja.

Sylvana asintió como el buen soldado que aparentaba ser, pero Katya no dejó que ella la arrastrara hacia la parte trasera de la casa. Se tomó de la solapa del traje de Egan y no permitió que se la llevaran.

– Vienes con nosotras. –Katya intentó imitar el tono autoritario que él utilizaba con ella.

Egan bufó, mientras sacaba su pistola de su pantalón y le quitaba el seguro.

– ¡Haz lo que se te dice una vez en tu puta vida!

Katya sintió aquello como una bofetada. Si hubiese hecho lo que dijeron desde el principio que hiciera, hubiese hecho caso a la parte racional de su cerebro que le había dicho que no aceptara el trabajo.

– ¡No me voy sin ti, Egan!

Y entonces hubo algo en la mirada de Egan que se ablandó. Él alzó una mano y acaricia con ella la mejilla de Katya. Pese a que ella no hubiese dejado que él la tocará, si eso significaba que se iría con ellas, no se apartó de su tacto. Egan reconoció lo que hizo un momento después y bajó la mano, así también como parto su mirada de Katya.

– ¡No pienso abandonar a mis hombres! –Gritó enfurecido.

Katya estaba lista para replicar una vez más, pero entonces un balazo terminó de derribar la barrera de guardias de Egan. Sylvana regreso a su posición y comenzó a disparar a diestra y siniestra con su escopeta. Egan también empezó a disparar con su brazo contrario al lado donde había sido la operación. Pero los militares eran cada vez más y, con sus chalecos antibalas y números mayores, la pelea llegó hasta donde estaba Katya.

Ella no sabía pelear, sabía cómo defenderse, pero en ese momento de pelea no supo cómo reaccionar. Egan se movió primero y empezó a luchar. Prontamente él y Katya se vieron rodeados de militares. Y aunque las puntadas de Egan estaba muy frescas, él luchaba con una gracia de vengador; desataba con cada golpe una ira que Katya no comprendía de dónde venía. Pero cuando vio qué los militares superaban a Egan de 10 a 1, tomó la primera pistola que encontró en el suelo y la levantó hacia uno de los militares que quería atacar a Egan por detrás.

Katya no sabía cómo usar un arma, pero cuando vio el hombre a poco de acabar con Egan, simplemente su mente se nubló y su dedo haló del gatillo. La propulsión de la bala atravesó el hombro del militar y al mismo tiempo la empujó a ella hacia atrás. Egan fue el primero en mirarla con asombro, ella simplemente sonrió como si hubiese hecho eso toda su vida, como si lo llevara en la sangre, y volvió a apuntar a otro militar.

Poco a poco las fuerzas hostiles fueron retrocediendo, pero cuándo uno de ellos tuvo en línea directa a Katya, levantó su arma y tiró del gatillo tan rápido y sin vacilar cómo lo había hecho ella. Katya no se esperó en ningún momento eso, así que cuando el cuerpo grande y cálido de Egan la envolvió y tiró de ella hacia atrás, salvándola de la bala, Katya sintió su corazón detenerse. ¿Por qué había hecho eso por ella? Después de tantos problemas que había causado, ¿él aún seguía preocupándose por ella?

EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora