EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]

Capítulo 13: La nueva clínica

Después de lo que fueron probablemente la hora y media de protestas y peleas más acalorada entre los dos en las últimas 48 horas, finalmente Katya estaba en camino hacia su clínica, acompañada por un Egan que no hacía más que atender llamadas en su manos libres. Mientras tanto, Boris conducía y Francesca iba en el asiento del copiloto, pendiente a todo lo que el otro guardaespaldas le decía sobre cómo cuidarían de Katya. Obviamente, aquello no le gustaba en absolutamente ningún aspecto a la mencionada, pero no quería iniciar otra pelea con Egan por algo que él ya le había advertido que sucedería. El punto es que Boris efectivamente le había traído toda su ropa, diciéndole a Ivan que ella había conseguido su propia casa dónde quedarse como excusa ante su ausencia. Aquello último, cabe destacar, no fue idea de nadie más que de Egan. Él también le había dado un celular nuevo a Katya, uno que lucía altamente costoso y novedoso, y uno donde solamente estaba el número de Egan y el de la madre de Katya (obviamente, recordándole los detalles del contrato sobre la confidencialidad y la discreción).

Katya estaba revisando cada curriculum de los que Egan le había dado, comenzando a hacer llamadas para concretar entrevistas. Cuando planificó algunos, dedicó el resto de su tiempo a buscar entre las cosas que Boris había rescatado de su casa y escoger algún atuendo adecuado para la ocasión.

Egan notó los nervios y la indecisión de Katya que se reflejaba en sus manos temblorosas. Aquello le pareció cómico, considerando que era una doctora cirujana. Pero comprendía también que todo eso era nuevo para ella; tener un edificio completo que estaba bajo tu mando no era cualquier , y lo único que pudo hacer por ella mientras seguía hablando por teléfono fue dejar su mano sobre la de ella para tranquilizar sus temblores, que la comenzaban a llevar a movimiento erráticos. Katya quedó paralizado por un instante, pero cuando creyó que había sido una reacción de Egan para que ella dejara de moverse, apartó su mano de la de él. Egan gruñó y giró sus ojos ante su malcriadez y no volvió a dirigirle la mirada hasta que habían llegado a la clínica, que quedaba a unas aproximadamente ochenta minutos desde Sacra Corona, la mansión de Egan.

Al bajarse, Katya notó que había alguien esperando afuera de la clínica, pese a que no habían abierto aún para el público. Era Ivan

Ella corrió hasta su amigo, pero justo antes de lanzarse a abrazarlo, recordó el incidente con él y Egan hacía unos días atrás y decidió detenerse a tan solo dos pasos de él.

Ivan le sonrió al verla, pero cuando vio a Egan bajarse justo detrás de ella, él lució completamente perplejo.

– ¿Tú, otra vez? –Se quejó Ivan.

Egan cortó la llamada del manos libres con su brazo bueno y miró con mucho desdén a Ivan.

– Podría decir lo mismo de tu patética presencia aquí, pero no tengo saliva que gastar hoy.

Y sin más preámbulos, Egan avanzó para esperar en la puerta de la clínica, sin siquiera dirigirle una mirada a Katya, quien tenía las llaves del lugar, ni mucho menos a Ivan, que parecía ser el responsable de sus malos ratos en la última semana.

Katya ni siquiera tenía energía suficiente como para decir algo al respecto, así que simplemente le pidió a Ivan que la acompañara dentro de la clínica. Ella abrió las puertas y sintió un poco de felicidad al volver a entrar a aquel lugar que le pertenecía, el olor a limpio era muy reconfortante en su nariz.

– ¿Cómo has descubierto dónde iba a estar? –Preguntó Katya al llegar al mostrador, donde se sentó y miró a Ivan mirando cada rincón del lugar, como ella el primer día que llegó al lugar.

Katya se preguntó cómo es que Egan había permitido que él descubriera la ubicación de la clínica y, más aún, entrara sin cuestionarle ni amenazarle. Tan solo unos días antes, Egan estaba reteniendo a Ivan en el suelo y con una pistola en la cabeza, y hoy parecía apenas tolerar su existencia. Era un gran cambio, a decir verdad.