Capítulo 6: Una propuesta inesperada

5.2K 545 50
                                    

Era imposible para Katya saber cuánto tiempo había pasado cuando se estaba bajo tierra, sin luz solar, sin reloj, sin esperanzas. No durmió, tampoco comió bien a pesar de que su plato lucía significativamente mejor que el de los demás presos. Sylvana había ido a verla quizás dos o tres veces, pero Katya sentía que todo simplemente había dejado de existir. Sylvana insistía en que estaba convenciendo a Egan de soltarla, también alegaba que Argus estaba muy avergonzado por lo sucedido. Katya estaba tan enojada que si en ese preciso instante se encontraba frente a Argus o a Egan, ella sinceramente lo único que haría es golpearlos hasta que sus propias manos colapsaran.

Katya tuvo tanto tiempo sin nada qué hacer, que su mente tuvo oportunidad de imaginarse los mil escenarios que podrían haber ocurrido con Ivan en casa, cuando éste había despertado y Katya no estuvo allá. Quizás él se habría alarmado y habría llamado a la policía. Aquello le dio esperanzas a Katy.

Si Ivan había llamado a la policía y estos rastreaban el teléfono de ella hasta al menos cierto punto del camino hacia donde estaba, habría posibilidades de que la encontraran. Y no solamente a ella, sino también a la cantidad de presos que Egan ocultaba ahí, así también como a cada uno de estos maleantes. Los encarcelarían, los harían pagar y Katya habría sido parcialmente responsable de su captura.

Katya estaba completamente enorgullecida con su imaginación, que cuando volvió a repasar en cómo habría reaccionado su amigo Ivan al no encontrarla, se imaginó entonces todo lo contrario. Él llamando a su madre, diciéndole que Katya había huido. ¿Cómo podría él suponer eso? Era claro: faltaba ropa, faltaba su laptop y su teléfono, faltaba un bolso y faltaba dinero. Todas las señales de alguien que se fuga.

Pero no era la verdad, Katya nunca se habría ido por sus propios medios. Sin embargo, allí estaba, encerrada en un calabozo por salvarle la vida al jefe de una estúpida mafia fantasma de la que nunca había oído el nombre. Jefe que, aunque era ridículamente hermoso y sexi, estaba loco de remate y no tenía juicio moral.

¿Qué pensaría la madre de Katya al respecto?

Tras ese último pensamiento que cruzaba la mente de Katya, mientras revolvía lo que los sicarios de Egan llamaban "comida", escuchó el resonar de unos tacones que hacían eco por las paredes. Comenzó a sentir que sus latidos se fusionaban con los pasos perfectamente equilibrados que hacían eco en las paredes, y la ansiedad hizo que se pusiera de pie dispuesta a enfrentar a quién viniera. Katya sabía que las pisadas no podían pertenecerle a Sylvana, ella usualmente era algo nerviosa y delicada hasta en su caminar.

Egan, pensó Katya con la rabia brotando nuevamente de ella, debía ser Egan. Katya se preparó entonces para enfrentarlo de ser necesario, de decirle todas las amenazas que había preparado meticulosamente y encontrar cualquier forma que tuviese para salir de allí.

Una figura, notablemente masculina, llegó hasta donde estaba Katya y la examinó, recostado desde la pared. Ella no podía verle el rostro ni qué expresión tenía al evaluarla tan minuciosamente, pero Katya pudo darse cuenta que llevaba un traje gris muy bien planchado y un monóculo colgándole de su chaqueta.

Katya frunció su ceño. No es que recordara a la perfección cómo se veía Egan, pero sin duda nunca le había visto un monóculo. Sin embargo, los zapatos pulidos eran los mismos que él utilizaba, así que sin duda era él.

Aunque Egan no solía ser tan callado, sino más del tipo reservado y burlón.

– Imagino que mirarme para ti ha de ser un placer –Katya cruzó los brazos sobre su pecho y levantó su mentón–. Pero te recuerdo que si no hubiese sido por mí, no pudieses mirar absolutamente nada más en tu asquerosa vida. Me debes a mí el hecho de poder respirar; y así le pagas a la mujer que te salvó. Malagradecido, egoísta, imbécil.

EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora