Cuando Egan se fue del Nido, como Elián siempre le llamaba al lugar de reunión de la mafia, él miró con atención al tipo que había hablado con Egan antes de irse. Era bajito y tan delgado que los lentes que utilizaba eran incluso más anchos que su rostro. Elián esperó que Egan estuviera completamente fuera de la vista para seguir al tipejo hasta la oficina que Egan siempre ocupaba cuando estaba en el club. Elián no se atrevió a entrar, pero miró por un pequeño espacio en la ventana que tenía todo un grupo de subordinados con computadoras y muchos otros aparatos electrónicos caminando de un lado a otro, comprobando códigos y triangulando una zona.
Elián sintió su sangre helarse. No había oído por completo la conversación del informático con Egan, pero había oído una palabra clave que llamó su atención. "Correo".
Egan había visto el correo. Y había contratado todo un equipo para rastrearlo.
Elián no sabía si estar feliz o decepcionado. Feliz, quizás, porque su plan había funcionado.
Pero completamente decepcionado al darse cuenta que Egan estaba tan enamorado de la doctora que ni siquiera era capaz de darse cuenta que ella era la mayor sospechosa y aún así prefería culpar a quien se lo envío que a ella por ser quien, presuntamente, había vendido información sobre él.
¿No recordaba Egan la forma en que se le pagaba a los traicioneros y soplones?
Entonces, Elián se dio cuenta que él jamás sería capaz de castigar a Katya. No así, al menos. Y tampoco lo haría hasta no tener toda la evidencia que necesitaba para culparla a ella.
Bueno, al menos aquellas pistas le daban una ventaja a Elián. Era hora que él aprovechara aquella su oportunidad de ir un paso más adelante que Egan.
Y, por supuesto, aprovechara aquella segunda oportunidad de enmendar su error. Pues, si él no se enteraba de esto, el informático llevaría a Egan directamente con la laptop de Elián.
Ahora, podía aprovechar toda la ventaja que había obtenido.
🩸
Katya despertó al día siguiente con la noticia de que en unos días podría irse de nuevo a casa, donde debería cumplir un tipo de reposo y algunos curetajes de los que ella misma se haría responsable. Probablemente a Egan no le gustaría aquella noticia, pero no es como que Katya le daría otra opción. Ella era una doctora, no podía contratar a otro "doctor" para que la cuidara.
No obstante, pensando en Egan, se dio cuenta que desde el día anterior no lo veía. Él había prometido volver a buscarla, pero Katya supuso que quizás algo extraño surgió. Algo del trabajo, quizás, y Katya agradeció que él no la involucrara demasiado. Con la imagen de la señora Marín muriendo frente a ella, era más que suficiente para no dormir en un par de semanas.
Katya se sentía inquieta, además de agotada: además del recuerdo de la señora Marín, estaba también el asecho de la prensa en la clínica. Las imágenes que trasmitían una y otra vez por el noticiero sobre la clínica, mantenían a Katya en total alerta sobre el personal de la clínica. Alguno había vendido la información, pese a todos ser personal "escogido" por Egan, había alguno que se reveló y ninguno sabía quién fue.
Los pensamientos de Katya se vieron interrumpidos cuando un hombre entró por la puerta de su habitación. Ella hubiese creído que era algún enfermero, pero resultó ser Boris. Él entraba lentamente a su habitación y Katya le sonrió al verlo aún allí.
Ella creía que Egan lo había despedido, pero resultó que Egan no era tan cruel como ella creía.
– Buenos días, doctora Kozlov. –Le saludó Boris.
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EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]
Romance**HISTORIA 2** La vida de Katya era completamente normal hasta aquella noche. De 22 años y proveniente de una cálida familia adoptiva, Katya está recién graduada de la universidad de medicina. Ha estado buscando empleo en el hospital local de su ciu...