Capítulo 47: Cooperación en familia

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Katya sintió la esperanza florecer en su pecho. Con cada paso que daba, cada aliado que conseguía y cada cosa nueva que sabía sobre sus ancestros, Katya estaba más cerca de conseguir a su hija y de saber quién era realmente Katya Koslov. ¿O ya debía empezar a adoptar algún otro nombre?

Bueno, no le hacía mucha ilusión llamarse Alessia. Pero su hija se llamaba Alyssa, lo cual era similar y a Katya no le molestaba en lo absoluto. Pero pasar a pensar que la madre de su esposo, en realidad era la de ella. Bueno, aquello era la locura personificada.

– La flota, lo dudo –respondió Katya, Artem bufó–. Pero cualquier otra cosa que puedas ofrecerme para encontrar a mi bebé, estaré eternamente agradecida contigo.

Artem dio dos pasos hacia Katya, cerrando el espacio entre ellos. Katya creyó por un momento que él la abrazaría y, entonces, saltaría algo que le dijese: sí, ¡sin duda, él es tu padre! Pero Artem se detuvo a medio camino, señalando a Katya con su dedo.

– Eso es algo que jamás, pero jamás, se dice en nuestro mundo –reprendió Artem, utilizando un tono similar al de un maestro con su alumno ignorante–. Si dices una cosa como esa a una persona que no es tu aliado, podría aprovecharse de eso. Katya, en nuestro mundo, la palabra tiene poder, peso y, por sobre todo, es una promesa. Lo que tú digas, se cumplirá, independientemente de si es bueno o conveniente para ti, o no. Si tú me dices "estaré eternamente agradecida", no solo significa que me he ganado tu favor: el cual puedo explotar en una cantidad ilimitada de cosas que yo solicite de ti. Cuando dices "eternamente", también estás comprometiendo el favor de tus hijos, nietos y cualquier otro descendiente que provenga de ti.

Katya tragó en grueso. Vale, Artem puede que no sea el padre del año, pero aquel mundo en el que él estaba involucrado parecía ser más duro que el de Egan. O, por lo menos, él estaba enseñándole sobre su mundo. Egan simplemente la introdujo en el de él, esperando que Katya supiese solo lo que necesitaba saber.

Al final, Katya suspiró.

– Eres mi padre, y no me importa. Estaré completa e irreverentemente agradecida contigo si logras ayudarme a encontrar a mi hija.

Artem miró con ojos blandos a Katya. Él seguía dolido con ella, por no haber ayudado a su nieta menor a salvarse, por haberla dejado morir en las garras de la enfermedad.

– Lo haré, Katya –Artem le sonrió elevando apenas sus comisuras–. Desde el día que te vi en la fiesta de Egan, supe que tú eras alguien especial. Resultaste ser mi hija, aparentemente, y ayudarte no me molesta. Tú ofreciste tu ayuda sincera cuando me viste a punto de derrumbarme. Lo mínimo que puedo hacer por alguien que lleva mi sangre también, es proteger a los suyos.

Katya suspiró de alivio, sintiendo como aquella efímera gota de felicidad se extendía por su pecho.

– Se llama Alyssa, por cierto, se lo puse en honor de la madre de Egan. –Katya le sonrió con sinceridad.

Pero la sonrisa juguetona de Artem era casi macabra. – Tu madre, querrás decir.

Katya sintió aquello como un balde de agua. Era cierto, era su madre, no la de Egan.

Algo en el rostro de Katya hizo reír a Artem, doblándose y perdiendo el aire. Katya le siguió con una pequeña risa nerviosa, pero se detuvo cuando sintió la presencia de un hombre a su lado. Era Egan, que levantaba su arma en dirección a Artem y cubría con su propio cuerpo el de Katya.

– Si esto te parece tan divertido, mejor vete a un circo. –La voz de Egan era baja y grave. Su mano no vacilaba, con el dedo en el gatillo apuntado a Artem.

Katya intentó detenerlo, pero Egan era irreverente y no escuchaba. Él tenía toda su atención en Artem. Un momento después, Argus también estaba con ellos, levantando su pistola para respaldar a Egan. Ivan se quedaba atrás junto con Katya, algo temeroso de ver tantas armas arriba.

EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora