Capítulo 15: El deseo de Egan

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Eso significa solo dos cosas, llegó Egan a la conclusión: o alguien más le había contado a Elián sobre Katya de tal forma que hasta le pudo dar lujos de detalles sobre su apariencia física, o Elián la había visto con sus propios ojos. Egan no lograba imaginarse cuál de las dos opciones le caía peor, pero no podía encarar o enojarse con su tío. Primero debía investigar cómo él había logrado ver a Katya incluso bajo todas las protecciones que Egan le había puesto, o, al contrario, quién fue el soplón que le habló sobre ella a espaldas de Egan.

Y él se aseguraría de hacer pagar con mucho gusto aquel acto de traición.

– Puede que sea cierto, que no conozca tanto a Katya cómo para asegurarnos un matrimonio convencional. Pero te aseguro, tío, que ella es la mujer ideal para mí.

Elián parpadeó, incrédulo.

– Sabes que nunca estaré de acuerdo con su matrimonio, digas lo que me digas, Egan. Tu padre tampoco estaría feliz con esto. Estoy muy seguro en mi interior que si mi hermano siguiera vivo, te hubiese ayudado a conseguir una esposa mucho más... adecuada.

Egan se encogió de hombros, balanceándose en su silla del escritorio.

– Mi padre no está aquí para dar su opinión. Y aunque me sentía un poco mal por no haberte informado antes que me casaría, tío –dijo Egan–, tampoco es como que hubo una recepción de bodas a la que invitarte. Fue un convenio y ya: ella quería una clínica y yo se la di, yo quiero su compañía y ella me la da sin quejas. Poco a poco veremos a qué avanza nuestra relación, pero ella es mi esposa ahora y tú ni nadie podrá cambiar esa decisión.

Elián estaba dispuesto a seguir discutiendo, pero con otro tema en mente, tuvo que simplemente suspirar y rendirse con lo del matrimonio de Egan.

– Bien –murmuró Elián–. Quiero hablarte sobre lo último que hicimos. Macallan.

Egan contuvo un bufido. "Hicimos" era mucho decir; de hecho, su tío había descubierto la información, pero al final Egan había ido solo al ojo del huracán y había recibido una bala gracias a eso.

Sin embargo, pese a que le quemaba la garganta contenerse, Egan no dijo nada ni se quejó. Simplemente, con un rostro frío y severo, dejó que su tío continuara el relato.

– Recuperaste los papeles en buen estado, e incluso saliste herido con tal de traerlos todos de vuelta. Pero lamento decirte, Egan, que algunas partes faltan –Egan sintió que la sangre se le helaba, ¿estaba hablando en serio?–.Es como si algunas hojas se hubiesen separado de las demás, como si alguien las hubiese tomado.

– Quizás se perdieron. –Comentó Egan.

– O las robaron –Egan levantó una ceja ante la insistencia de su tío–, no seas ingenuo, Egan, por el amor de Dios. Estuviste herido e, incluso, inconsciente la mayor parte de la misión. Hubo muchas personas involucradas en el hecho. Necesito que me des los nombres de todos los hombres que estuvieron contigo en la misión y que tuvieron acceso a estos documentos confidenciales. Voy a interrogarlos a todos y cada uno, y cuando descubra quién tiene el resto de la información, no vivirá para contar el castigo que le daré. –Amenazó Elián.

Egan suspiró, mientras se levantaba de su escritorio. Estaba listo para terminar ese día junto a Katya, ya no quería seguir más allí.

– Tío, déjame decirte que los que estuvieron conmigo en la misión, son el mismo personal que ha estado siempre –Egan encaró a su tío, pero Elián estaba completamente rígido en saber quiénes estaban–: la tropa B16 de los hombres inconnue estaban, al igual que Argus, Boris y Sylvana. Pero nadie tuvo acceso a esos documentos a excepción de mí.

EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora