Capítulo 29: Mi reina

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Disclaimer: este capítulo contiene escenas explícitas de sepso. 👀 Si no lo quieres leer, salta la última parte de este capítulo 😣. Si lo quieres leer, queda a tu discreción y disfrute. 🤭

Katya estuvo vagando un rato por la fiesta. Egan hacía unos 30 minutos la había dejado bajo el cuidado de Argus, ya que él tenía una reunión que atender y ella no debía estar presente. Katya lo prefería así, incluso si a Egan le gustaba o no la decisión, pero por suerte para ella fue él mismo quien lo sugirió.

La fiesta seguía en su apogeo, la mayoría solo charlaba, cenaba y bebía, disfrutando de la banda sonora en vivo, mientras que otros, una minoría, se habían trasladado hacia las azoteas del segundo piso, algunas habitaciones de hotel preparadas para reuniones "corporativas" o estaban reunidos en mesas de campos frente a la piscina. La mayorían que se habían retirado eran caballeros, por lo que la pequeña pista de baile improvisado y la barra estaban llenas, en su mayoría, por mujeres. Entre ellas, estaba Vanessa, quien parecía completamente cómoda charlando con las demás y siendo el centro de atención.

Entre su personalidad sofisticada y divertida a la vez, era muy fácil para los demás ser atraídas por ella. Y, pese al malentendido de hacía unas horas, Katya se acercó, llena de curiosidad por verla en acción, en compañía con las demás mujeres.

– ...Lo sé, yo misma estuve allí cuando la casa explotó –Vanessa estalló en risas armoniosas y delicadas, pero que se volvieron inevitablemente contagiosas para las demás mujeres. Al parecer, todas las demás, al igual que Vanessa e, incluso, la misma Katya, eran esposas de mafiosos–. Egan no me quería allí cuando eso sucedió, por supuesto, pero si algo debe saber él sobre mí es que no soy obediente. Aunque, bueno,  él le gustaba eso. ¿Lo han notado en sus esposos?

Katya estaba tensa. No podía creer que estuviese hablando de su tiempo con Egan, cuando su esposo y él eran socios ahora.

Una mujer regordeta, de cabello canoso y unos hermosos ojos grises rio sutilmente y miró a todas las chicas del grupo. Era, sin duda, la de mayor edad entre las demás, pero aun así modelaba una clase y jovialidad que encajaba a la perfección con las demás.

– Yo tenía 17 años cuando conocí a mi esposo: él me vio por la calle y me invitó a unas cuantas citas antes de decirme quién era en realidad –los ojos de la mujer expresaban una nostalgia única y pasional–. Yo, por supuesto, era ingenua. Creí que no importaba su trabajo, pero tarde descubrí que en realidad todo esto no es un trabajo: es una herencia, una forma de vivir y, por supuesto, una decisión. Mi esposo me dijo que si quería entrar en su mundo, debía ser completamente obediente y aferrarme a sus mandatos, a sus reglas y a su código. Al principio lo hice bien, pero cuando las reglas me parecieron estúpidas y las rompí, descubrí que hay verdaderas consecuencias en este mundo. Consecuencias que usualmente se pagan con la vida de los que amas.

Una chica pelirroja que estaba junto a Katya la codeó. Katya quedó paralizada unos segundos, pero la chica se inclinó sigilosamente hacia ella como si quisiera contarle algo.

– Ella es Marina Monterreal, mataron a su primer hijo cuando un grupo armado entró a su casa para robar a su esposo.

Katya se sobresaltó. Fue justo como murió la madre de Egan.

Aquello asustó por completo a Katya. No es que ella tuviese hijos, y, además, la casa donde vivía con Egan yacía, literalmente, en el fin del mundo. Pero aquella forma de matar parecía ser algo común entonces.

– ¿Eso hace cuánto fue?

La chica pelirroja miró con extrañez a Katya. Pareció notar que ella era la nueva integrante poco después y aceptó responder la pregunta de Katya.

EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora