La noticia cayó como un cubo de agua helada para cada uno de los presentes en la sala. Artem lucía avergonzado, decepcionado. Mientras que en los ojos de Egan y Argus la furia ardía con la intensidad de un fuego que abrasa un bosque sin piedad. Por otro lado, Ivan lucía nervioso, incómodo, incluso culpable.
Katya por su parte, ni siquiera sabía qué sentir. Tenía tantas emociones juntas que ni siquiera podía decidirse cuál permitirse sentir. Entre el miedo que había soportado al simplemente imaginar a su hija lejos de ella, llorando o con hambre, repentinamente había sido tan solo un golpe menor para lo que venía.
¿Qué tan bajo tenía que caer un hombre para vender a una niña de dos días de nacida por simple rencor? Elian no tenía otro motivo por el cual castigar a Katya y a Egan, más allá del hecho de querer vengarse con Alyssa por lo que le hizo con Eros.
Pero Katya no era Alyssa, y Egan definitivamente no era Eros. Elian no tenía por qué estar haciendo eso.
Ivan hizo un sonido gutural, como si estuviese intentando tragar un duro nudo de su garganta.
Aquello despertó el sentimiento más superficial de Katya: la ira.
– ¡Tú ya lo sabías, ¿no es así?! –Katya le reclamó, Ivan solamente levantó sus manos ante la acusación. Ella nunca había hecho algo igual, pero cuando menos lo notaba, su propia fuera la sorprendió al poder levantar un par de centímetros a Ivan por el cuello de su camiseta. Ella sabía que había perdido el control–. ¡Responde, Ivashkov!
Ivan tragó fuerte. Solo Egan lo llamaba así, y Egan lo odiaba. Katya nunca lo había hecho.
– Elian intentó contactarse una vez con una mafia que vende personas como esclavos y todo eso –Katya sintió aquello como otra bofetada–. ¡Pero jamás imaginé que lo llevaría a cabo! Sylvana muchas veces les dijo que ese era un extremo que no debía pisar y yo creí que él la escucharía.
Argus gruñó.
– Nadie nunca la escuchó. Nadie oía a Sylvana.
Katya sacudió a Ivan por su cuello. – Si tenías esa pista, ¡¿por qué nunca la mencionaste siquiera?!
Ivan la miró con pesar.
– Porque sabía que te preocuparías más. Y jamás imaginé que Elian sería capaz de eso. –Respondió Ivan, Katya vio la sinceridad en sus palabras.
– Ya no podemos esperar nada de él –Egan gruñó. Él golpeó la mesa con frustración mientras sacaba su teléfono y miraba a Katya, como si esperara el consentimiento de ella. Suspiró–. Suéltalo, Kat, ni siquiera vale la pena ya.
Katya sintió sus fuerzas irse por completo, su corazón partiéndose ante la desesperanza.
– ¿Y qué hacemos?, ¿dejar que Elian la venda y nunca más la veremos de nuevo? ¡Es mi hija, Egan! Perderla no lo podré superar teniendo otro hijo y ya. ¡No es tan simple!
Egan tuvo que cerrar la distancia que lo separaba de Katya para poder calmarla, llevando sus manos hasta sus hombros y acariciándola suavemente. Katya empujó a Ivan lejos de ella, girándose luego hacia los brazos de Egan en busca de consuelo.
– No me refería a eso ni en broma –explicó Egan–. Me refería a Ivan: él ya no vale la pena, como Boris, como Elian. Ahora lo único que debemos procurar es encontrar sana y salva a Alyssa. Después de eso, va el resto del mundo.
Katya asintió, sintiendo las lágrimas avecinarse hasta su nariz. Egan la atrapó en su pecho, acariciando su cabello hasta alisar cada honda que se había formado por el calor de Bari. Egan también estaba desconsolado por estar tanto tiempo lejos de Alyssa, pero él sabía que Katya era quien necesitaba más apoyo en ese momento.
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EL INFIERNO DE LA MAFIA © || [+21]
Romansa**HISTORIA 2** La vida de Katya era completamente normal hasta aquella noche. De 22 años y proveniente de una cálida familia adoptiva, Katya está recién graduada de la universidad de medicina. Ha estado buscando empleo en el hospital local de su ciu...