T r e i n t a y c u a t r o.

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Eleanor.

Ese zumbido otra vez me taladraba el cerebro, abrir los ojos me fue la tarea más difícil del mundo y cuando al fin lo logré, la iluminación del lugar volvió a cegarme por completo. No acabé de acostumbrarme a abrir los ojos y depertar de nuevo en ese lugar con el constante hedor a medicamentos y desinfectantes, las paredes blancas, el color claro de la ropa de los médicos y enfermeras, todo me causaba más naúseas que el mismo dolor de cabeza por la contusión que había sufrido en el accidente.

Eran ya un par de días de que había despertado y seguía sintiéndome como un bicho aplastado. Los médicos decían que había mejorías pero a mí el dolor en la pierna y en la cabeza no me dejaba respirar tranquila, aunque a eso sí terminé acostumbrándome.

Harry no se despegó de mí mientras el horario de visitas se lo permitía y Sophie, mi enfermera, me tenía al tanto de lo que hacía en la sala de espera cuando la hora de visitas terminaba. Sólo su presencia podía calmar mi dolor físico y ponerme una enorme sonrisa en el rostro aunque estuviera postrada en esa cama con unos cuantos huesos rotos y otras tantas lesiones en el cuerpo.

Todo parecía bien. Digo, Niklas y yo habíamos sufrido un accidente pero al parecer todo estaba bien ahora.

Y entonces seguía inquietándome la actitud que tomaba Harry cada ocasión que le preguntaba por el progreso de la salud de Niklas. Sabía que algo no andaba bien, no lo sé, tal vez habría quedado con alguna secuela grave por el accidente y Harry estaba ocultándomelo. Aunque esperaba que no fuese así y que todo fuera tal cual me lo decía Harry y mi familia.

-Deberías ir a comer algo.

- ¿Vas a empezar tú también? - Harry rodó los ojos y gruñó. -No tengo hambre.

-Parece que ya perdiste unos diez kilos y eso no te sienta bien. Con esa cara ya pareces un vago hambriento.

- ¿Ah sí Finley? - alzó ambas cejas y se dejó caer sobre el respaldo de la silla con los brazos cruzados sobre su pecho. Reí. -Tú tampoco luces muy bien.

-Oh Harry por el amor de Dios, sólo ve a comer algo y traeme un chocolate, por favor.

Harry puso los ojos en blanco y suspiró rendido, no podía decirme que no. Se levantó con pesadez y besó mi frente antes de salir de la habitación.

Aproveché la oportunidad para presionar el botón rojo que llamaría a Sophie, al cabo de unos instantes ella llegó sonriente y sin que yo le pidiera nada, revisó mis sondas, mi pierna y el aparatejo ese que tanto ruido hacía y que tanto me molestaba.

- ¿Y tu novio?

-Sophie, no es mi novio.

-Claro. - rió y yo imité su gesto.

Ella continuó a tomar mi pulso directamente desde mi muñeca.

-Salió por algo de comer a la cafetería. - respondí y me removí en la cama. Estar por casi un mes en cama estaba acabando con mi espalda. -Sophie ¿tú sabes cómo está Niklas? El chico que iba conmigo en el auto cuando sucedió el accidente.

Los ojos de Sophie se abrieron como platos y desvió su atención de su reloj, dejó caer mi mano de nuevo sobre el colchón pero no dijo nada. Eso encendió la alarma en mi sistema y comencé a temblar por dentro.

- ¿Sophie?

-No te lo han dicho ¿cierto?

- ¿Decirme qué? - inquirí ya desesperada. - ¿Está muy grave? ¿Sophie?

Pude notar el debate interno que mantenía Sophie con tan sólo ver su semblante, comenzó a jugar con sus manos con nerviosismo y entonces confirmé mis sospechas, algo andaba mal con Niklas.

-Sophie por favor dime qué sucede. - supliqué una vez más pero ella no me miraba a la cara.

Harry apareció abruptamente por la puerta con una enorme sonrisa en la cara y un sandwich y una enorme barra de chocolate entre las manos. Se detuvo en seco cuando notó mi expresión y el nerviosismo de Sophie.

- ¿Qué pasa?

-Ella no sabe. - musitó Sophie y la expresión de Harry decayó.

-Yo... yo se lo diré ahora. ¿Puedes dejarnos solos por favor? - se dirigió amablemente a la enfermera que sólo asintió y sin decir nada más salió de la habitación.

El chico de ojos verdes se quedó inmóvil por unos segundos, pude ver su pestañeo nervioso y el miedo en su rostro. Definitivamente algo no andaba nada bien. Harry sacudió la cabeza lentamente y dejó lo que llevaba en las manos sobre el sofá a los pies de la cama, caminó con cautela hasta mí y se sentó sobre el borde de la cama. Cada segundo que pasaba, su comportamiento y el de Sophie me ponían más nerviosa y angustiada, no podía imaginar que algo malo le hubiese pasado a Niklas.

Harry tomó mi mano con suavidad pero ni una sola palabra salía de su boca y eso estaba volviéndome loca al compás del irritante sonido de la maquina esa que medía mis signos vitales.

- ¡Mierda! - exclamé y aparté bruscamente mi mano del toque de Harry. -Ya dime qué es lo que pasa con Niklas, porque te juro que si no me dices ahora, voy a arrancarme todos estos cables y tubos e iré a averiguarlo por mí misma.

-Eleanor...-una vez más dejó que su voz se desvaneciera en el aire.

- ¡Joder Harry! Dilo ya.

Lo miré furiosa y él esquivó la mirada. Me arranqué la aguja del dorso de la mano que me proveía de suero y también la odiosa sonda de oxígeno que me molestaba la nariz. Ante mis violentos movimientos Harry me tomó por los hombros y me apretó contra la cama, entonces pude ver la angustia en su rostro mientras intentaba calmarme.

- ¡Suéltame! ¡No me toques! - manoteé, ignorando por completo el dolor de mi mano y de todo lo demás por el esfuerzo que conllevó luchar contra Harry.

-Por Dios Eleanor, vas a hacerte daño. - tartamudeó Harry sin quitarme las manos de encima.

Lo empujé una vez más y logré apartarlo aunque me quedé inmóvil en la cama tratando de acompasar mi respiración. Esa simple pelea de unos cuantos segundos me agotó como si hubiese corrido una maratón. No creí que estar ese tiempo en cama me hiciera perder la condición tan pronto.

- ¿Qué es lo que no quieres decirme? ¿Qué le pasó a Niklas? - jadeé.

Harry se acercó y tomó la canúla de oxígeno: -Ponte esto, Elean-

Le aparté la mano de un manotazo e insistí en mi pregunta. Él suspiró y volvió a su lugar inicial en el borde de la cama, con cuidado de no tocarme.

-Eleanor... Niklas falleció en cuanto el trailer los golpeó. - soltó de golpe.

Entonces quise ponerme la mentada cánula de nuevo en cuanto sentí que el oxígeno me faltó. La garganta se me cerró y me sentí perdida, tan extraña y perdida. Mi pecho comenzó a subir y bajar violentamente, mis pulmones buscaban aire que no podía pasar, empecé a jadear y jadear pero el oxígeno no entraba por mi nariz y tampoco por mi boca. A mi lado la máquina empezó a hacer más sonidos repetitivos y agudos. Las lágrimas picaron mis ojos hasta que encontraron la salida y no cesaron mientras yo seguía peleando por poder respirar.

Harry ya no estaba frente a mí. Cuando pude tomar conciencia de lo que sucedía a mi alrededor, ya había un médico y un par de enfermeras que no había visto antes. Una de ellas intentaba insertar de nuevo la aguja en una vena de mi brazo mientras la otra revisaba todo lo demás y el médico me intubaba. La sensación fue tan incómoda y desagradable que las lágrimas aumentaron y las arcadas me atacaron, todo pasaba tan rápido y yo me sentía completamente perdida y desorientada.

No veía a Harry por ningún lado, sólo escuchaba voces a mi alrededor pero no entendía ninguna palabra. Sentía la húmedad de las lágrimas derramarse por mis sienes hasta perderse en mi cabello y el tubo en mi garganta dolía como el demonio. Era como sumergirte en el agua e intentar respirar.

Las palabras de Harry retumbaban en cada rincón de mi cerebro. Niklas estaba muerto. ¿Estaba muerto?

Justo después de que lo había mandado al demonio. Justo cuando me llevaba de vuelta a casa para estar con Harry.

Niklas había muerto.

Starstruck | h. s. | a. u. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora