Q u i n c e.

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Harry.

No sé cómo es que a los chicos se les ocurrió ir al bar justo después de un viaje de once horas, me sentía completamente exhausto y agregado a eso, un poco mareado debido al alcohol que ahora corría por mi sangre, no estaba ebrio pero el alcohol tenía cierto efecto en mí. Lo único que quería en ese momento era una ducha fría, dos litros de agua y echarme sobre la cama hasta que me dolieran los ojos y la espalda de tanto dormir.

El piso del hotel que teníamos asignado era reinado por un silencio que en un momento se vio interrumpido por las risas sofocadas de mis compañeros de parranda durante esa noche; Jude y Makhi, quiénes a juzgar por lo que se veía, sí estaban un poco más tomados que yo. A trompicones el par de muchachos lograron llegar a sus respectivas habitaciones sin siquiera hacerme un gesto con la mano para despedirse de mí. Eran un par de tontos y torpes cuando se lo proponían.

Seguí mi camino por el pasillo desierto y noté que la puerta de la habitación de Eleanor permanecía entreabierta, quise asomarme para asegurar que todo estuviera bien. Abrí la puerta por completo y a unos pasos de la pequeña estancia la encontré sobre la cama con un ataque de tos, una tos seca que de sólo escucharla a mí mismo me dolía la garganta. Se removía incómoda sobre la cama, así que rápidamente me acerqué a ella y me senté sobre el borde de la cama a su lado. Posé una de mis manos sobre su frente y sentí cómo ardía en fiebre además su frente estaba perlada en sudor y no dejaba de temblar.

- ¿Eleanor?- susurré, ella abrió los ojos lentamente y murmuró algo inentendible. - ¿Qué sucedió?

-Es... una gripe. - dijo con voz débil y ronca.

Estaba en medio de la cama, sobre las cobijas y aún con la ropa del viaje puesta. La levanté de la cintura y la arrastré debajo de las mantas hasta poner su cabeza sobre la almohada.

-No sé qué hacer. - murmuré más para mí mismo, estaba preocupándome y no sabía si Eleanor estaba grave o era sólo un resfriado, no tenía ni idea pero yo la veía y no lucía nada bien.

¿Dónde demonios estaba Niklas?

-Harry. - Eleanor posó su mano sobre mi antebrazo, en un gesto tranquilizador. -Estoy bien. - la vi tragar y hacer un gesto de dolor al hacerlo.

-No lo estás, puedo darme cuenta. - ella negó levemente con la cabeza y aún así, enferma de no sé qué cosa, la vi adorable mientras se negaba a que yo me preocupara por ella. -Llamaré a un doctor.

Estiré el brazo para tomar el teléfono de la habitación y llamar a la recepción para que enviaran un médico. Cuando colgué me di cuenta que eran casi las tres de la mañana pero el doctor venía en camino. A los pocos minutos tocaron la puerta y dejé pasar al hombre que no lucía nada cercano a un doctor convencional. Me pareció más como ese doctor Shepard de Grey's Anatomy que tanto le gustaba a Eleanor.

Me paré al pie de la cama mientras observaba como el médico revisaba y auscultaba a Eleanor. Ella permanecía con los ojos cerrados, sólo murmurando respuestas a lo que el doctor le preguntaba y haciendo muecas de dolor de vez en cuando. Me sentía realmente como un padre preocupado, esperando algún diagnostico del doctor. Era mi amiga, mi mejor amiga.

-Es amigdalitis. - me miró el médico mientras regresaba todos sus utensilios al pequeño maletín que llevaba con él. Fruncí el ceño, esperando a que continuara hablando. -Es una infección, tiene fiebre y sus amígdalas están muy inflamadas es por eso que le cuesta trabajo tragar, ya le he administrado una dosis de antibióticos pero hay que continuar el tratamiento por un par de días. - colocó un frasco pequeño de color blanco sobre el buró mientras anotaba en un papel. -Tomar líquidos suaves o fríos puede ayudarle también con la inflamación, nada caliente. - indicó, finalizando su discurso al guardar su pluma en el bolsillo de su camisa.

Starstruck | h. s. | a. u. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora