U n o.

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Aquella mañana fría y lluviosa en Londres me rezagó a quedarme en casa para evitar que el clima gélido me matara en cuanto pusiera un pie afuera.

Después de haberme graduado de la preparatoria, tuve problemas para elegir una carrera, aún no estaba completamente segura de qué era lo que quería hacer el resto de mi vida, para mí era una decisión seria, lo que fuera que escogiera sería a lo que me iba a dedicar toda mi vida, exitoso o no, viviría de eso.

Mi reciente decisión de dejar la universidad me tenía envuelta en una ansiedad constante. Al graduarme de la preparatoria me aterré de no estar segura sobre lo que quería ser, debía elegir algo y en un impulso de miedo y ansiedad lo eché todo a perder. Tiré a la basura tiempo, dinero y todas las buenas expectativas que mi familia tenía de mí. Finalmente decidí dejar la universidad porque derecho definitivamente no era lo mío, en lo absoluto. Simplemente se convirtió en mi tabla de salvación y mi fuente de excusas por un par de meses hasta que me di cuenta de que eso no era lo que yo en realidad me apasionaba por hacer para el resto de mi vida profesional. Pero la sociedad, la familia, todo mundo espera que uno mismo sepa con certeza su destino y que sea alguien en la vida, si no quieres que te vean como un fracasado cuando tengas cuarenta años y trabajes como empleado en un lugar de comida rápida.

Y eso me hacía sentir miserable. La frustración era constante y me sentía en un espiral de indecisión, desorientación e incertidumbre del que parecía no haber respuesta o salida alguna. No tenía idea de quién era yo, a dónde iba o qué quería.

- ¿Entonces dejarás la escuela?- la imagen de Ian se reflejaba en el monitor frente a mí, vistiendo pijama y el pelo alborotado.

- Creo que no tiene caso seguir ahí si no es lo que en realidad quiero...- me encogí de hombros.

Me acurruqué en mi cama y agradecí porque Ian estuviera disponible para escuchar sobre lo patética que me sentía.

- ¿Y tu madre?

-Quiero convencerme de que me apoyará... si me echa a patadas, tendrás que recibirme en Dublín.

- ¡Seguro! Hay mucho espacio aquí. - Ian sonrió y se dejó caer sobre la cama.

Ian Kirkpatrick. Parecía ser el mejor -y único amigo- que valía la pena, aún cuando nuestra amistad durante los últimos 10 años se basaba solo en llamadas telefónicas y videochat. Nos conocimos de pequeños, él fue mi vecino hasta que yo cumplí los 10 años y también era nieto de un amigo muy cercano de mi abuelo, hicimos buenas migas pero entonces su familia se mudó a Irlanda, perdimos contacto durante muchos años y hacía apenas un par de años que nos habíamos reencontrado de nuevo aunque desde que él se había mudado de Londres, jamás nos habíamos vuelto a ver en persona. Era mi mejor amigo. Mi confidente y casi como mi segundo hermano. No había ningún sentimiento romántico, todo era completamente fraternal.

- ¿Y? ¿Ya conseguiste una cita?

-Ya sabes que no.

-Yo sé que encontrarás a ese príncipe azul que tanto esperas, aunque no estoy seguro de que vaya a ser Harry Talbot. - se burló.

Harry Talbot. Podría escribir un libro completo sobre él y me sentiría como Cath de Fangirl. Encontré a Harry por mera casualidad navegando por YouTube, y es que en ese sitio comienzas viendo Thriller de Michael Jackson y terminas viendo cómo hacer pelotas de goma caseras, tres horas después. Harry era el vocalista de una banda un poco conocida en Inglaterra; Galaxii. Él y sus cuatro amigos de la infancia conformaban la banda de pop rock, y digamos que eran muy populares entre las chicas. Podría pasar horas frente al monitor viendo sus videos con la sonrisa más grande en el rostro y comentando infinidad de halagos en cada video. Tenía algo así como un enamoramiento platónico hacia Harry Talbot, que sabía perfectamente era solo eso, platónico y hasta un tanto absurdo para una chica de mi edad.

Starstruck | h. s. | a. u. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora