╰ 𝑽𝒊𝒏𝒅𝒊𝒄𝒂𝒕𝒆𝒅 :｡ ~ 𝘈𝘦𝘮𝘰𝘯𝘥 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯 - 𝘏𝘖𝘋 [+18]

ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ 12

La carta llego a Rocadragon amarrada a la pata de un cuervo.

"Tu hijo, mi hermano, Lucerys.

Sera vengado.

Su muerte será cobrada mil veces peor, madre.

Y aunque mi palabra no sea de fiar en estos instantes, le pido una última oportunidad, mi reina."

Al finalizar la hoja la firma de Daemony se encontraba.

Rhaenyra al leer la carta, tomó un suspiro reconociendo la letra de su única niña.

Cerro los ojos, y confió por última vez.

Si había alguien que podía vengar la muerte de Lucerys Velaryon con el impacto necesario que enseñara a los verdes a no volver a actuar de manera deshonesta, esa sería Daemony.

Aunque eso no significara que la auténtica reina de Westeros perdonaría la desdicha de su primogénita, pero su alma rota con la pérdida de su dulce niño solo podía ser recompuesta en mínima parte con sangre y violencia.

Daemony era una experta silenciosa en ello.

***

— Es hermoso... — La joven sonrió con gracia ante el rey falso de los siete reinos. — Me encanta, Aegon —.

La tiara con un dragón con joyas verdes como ojos era apreciada por la princesa.

— Soñé con uno parecido a tu lado—.

Levantó la mirada observando al hombre.

— ¿Soñaste conmigo? —.

Aegon asintió con calma.

— Puede que sea la gran ingesta de alcohol que he obligado a digerir a mi cuerpo con el paso de mis días, o simplemente el estrés de ser rey que me está llevando a la locura. — Explicó jocosamente. — Cualquiera de las dos, no quita el hecho de que realmente haya disfrutado verte dentro de mis quimeras—.

— ¿Cómo era el dragón? — Daemony cuestionó levantándose de la cama para caminar hacia el espejo de la habitación.

La mirada del peliblanco se ilumino al observar cómo su sobrina acomodaba el regalo sobre su cabeza.

— Era inmenso, he de decir que casi como Vhagar, y mucho más aterrador que ella, tenía miles de cicatrices marcadas en las escamas, era casi tan negro como la noche, parecía una sombra autentica. — Aegon dejó caer su espalda sobre el colchón para seguir hablando. — Y su fuego era verde, como el fuego Valyrio—.

Daemony volteó a verle.

— Definitivamente ha enloquecido, mi rey. — Caminó hacia su cama dejándose caer al lado del primer hijo de Viserys. — La demencia pronto lo arrastrara hasta envolverlo entre sus brazos—.

Ambos rieron con gracia absoluta.

O bueno, Daemony lo hacía porque Aegon estaba más que hipnotizado viendo a la joven de su lado.

No había hecho más que visitarla estos días.

Desayunaba, almorzaba y cenaba en su habitación ya que la princesa aún se retenía a salir de esa.

Así Alicent notó que la hija de Rhaenyra no solo tenía el poder de aplacar a Aemond Targaryen, sino que también a Aegon II Targaryen.

Y lo disfruto más de lo que imagino porque el mayor de su vástagos había sentado cabeza mágicamente, se había vuelto firme y más pensador de lo comun, además que su consumo de alcohol había bajado enormemente.