ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ 18

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— Podemos cambiar la decoración de su habitación si es que así lo desea, mi princesa. — La vieja mujer sugirió. — Tal vez preferiría que los edredones se cambiaran por unos en tonalidades más claras—.

Daemony negó.

— No se preocupe por eso, le aseguro que los edredones son lo que menos me preocupa de este lugar. — La señora asintió. — Ya puede marcharse, la llamare si necesito algo, gracias—.

Y la joven segundos despues se quedó sola en la habitación.

La única gota de sangre Targaryen en todo el castillo, era ella. En un territorio inmenso lleno de gente que creía que no era tan valerosa como las historias contadas por Westeros la habían hecho ver, porque después de todo, ella seguía una mujer.

Los días pasaron, se volvieron extensos, vacíos y monótonos. No tenía mucho que hacer ahí más que plantar cara. Le obstruyeron cualquier idea de planeación. Los que vivían en la isla del dragón se encargaban de eso.

Daemony simplemente se encontraba en el castillo esperando que algo pasara, que algún suceso diera paso en su historia. Había pasado a ser uno de los recursos más importantes para el consejo negro, a ser un simple cartel que verificaba la propiedad de los negros en el castillo embrujado, eso fue lo que nunca quiso que pasara con ella, ella nunca quiso ser distanciada, fue una de las razones principales por las cual no se dejó casar, pero todo su esfuerzo pareció ser en vano porque al final terminó de la manera que temía y no fue necesario que tuviera un anillo sobre su dedo anular.

Hasta había llegado a pensar que, estando casada con algún lord, tendría mucha más relevancia en la guerra que ahí siendo prácticamente una decoración bonita en el castillo.

***

Aemond Targaryen entró a la sala de su consejo a paso firme con la cabeza bien en alto.

— Ahí estas. — Su madre sentada al lado de su abuelo lo miró con aceptación.

Criston Cole paso de estar al lado de la reina protegiéndolo, a estar bien acomodado a la derecha del rey en el asiento predeterminado para la mano del protector de los siete reinos.

Otto nunca sé llevo bien con Aemond, tal vez fue porque jamás logró manipularlo tanto como ambicionó, porque cuando lo intento, el joven de parche se dio cuenta de las intenciones manchadas que siempre corrieron tras el pensamiento de su abuelo, y solo comprobó su teoría después que le sugirió cambiar a Daemony de bando y el plan falló poniendo a la joven en su contra.

Esa fue la gota que rebasó la copa.

Aun así, el hombre seguía asistiendo a los consejos por exigencia de su madre, de algo debía de servir.

— Mi rey. — Criston se levantó de su puesto inclinando la cabeza para el muchacho que había visto crecer.

Si Cole tenía que admitir algo, era que cierta parte de si, agradecía que Aemond hubiera sido el sucesor a la corona y no el hijo mayor de Aegon, como Otto lo sugirió en su momento.

El de capa blanca también fue el que coronó a Aemond haciendo relucir su apodo de "Hacedor de reyes" por segunda vez. Se sintió más orgulloso de lo que pudo comprender cuando vio al de un solo ojo con la corona del conquistador sobre su cabeza.

— Comencemos. — El rey ordenó sacándose la corona para ponerla sobre la mesa, no llegaba a acostumbrarse al peso sobre su cabeza.

— No ha habido movimientos notorios en la isla de Rocadragón. — El Lannister en la mesa comentó. — Los hombres en navíos cercanos al territorio no había visto más que los dragones sobrevolando el sitio como comúnmente lo hacen, hasta hace una semana—.

╰ 𝑽𝒊𝒏𝒅𝒊𝒄𝒂𝒕𝒆𝒅 :。 ~ 𝘈𝘦𝘮𝘰𝘯𝘥 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯 - 𝘏𝘖𝘋  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora