ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ 22

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Hubiera sido mucho más complaciente para Daemony decir que ese pueblo cercano a Harrenhal que encontró completamente quemado fue incendiado por uno de sus dragones y no por Tessarion como el inicio de la guerra que Daeron estaba entusiasmado por empezar.

La princesa enfureció cuando vio los cuerpo calcinados de niños y adultos sin ninguna distinción.

— Princesa. — Un caballero llegó con un pergamino dejado a la estatua de la estrella religiosa en medio del lugar, fue lo único que no había sido calcinado, y la hija de Daemon sabia el porqué. Alicent era la mujer más devota a los dioses que había conocido a lo largo de su vida, claramente iba a compartir su fe por los siete con su hijo más manipulable.

La letra de Daeron se suponía solo era una amenaza más, Harrenhal era el siguiente, pero no, tenía que ser lo suficientemente rápido para comprenderlo, y Daemony lo era.

El incendio de este pequeño pueblo solo había una vil distracción. Mientras ella lamentaba profundamente la muerte de estas personas que eran su responsabilidad, Daeron rodeaba Harrenhal lo más que podía con dos dragones bajo su mando y casi todo el ejército de Oldtown.

La princesa rápidamente corrió hacia Bloodmoon confiando en que los dos dragones que ella había dejado como medida preventiva en el lugar y la relativa cantidad de hombres; algunos de norte y otros nacidos en ese mismo sitio, le darían el suficiente tiempo para llegar a hacer frente a el hecho como siempre había estado predispuesta a hacer.

Y fue así, Bloodmoon con la mayor rapidez que su par de alas le otorgaron, llegó en menos tiempo del predispuesto logrando ver que es lo que su joven tío había logrado en tan poco tiempo.

Pero no, el castillo no había sido atacado, no aún.

Daeron no fue tan listo como Daemony lo supuso, su gran ego en constante crecimiento lo venció.

En vez de estar metros alejado en el campamento en donde sus hombres se preparaban, el decidió solo ir a tentar a Daemony, a refregarle en la cara que ahora él tenía dos dragones.

La princesa le ordenó a Bloodmoon que aterrizará sobre la torre más alta de la fortaleza, y desde ese punto pudo notar el dorado brillante que era Sunfyre, sobré el Daeron se encontraba con una gran sonrisa seguramente.

Una mínima envidia le rozó a la princesa al ver que ahora el dragón que ella siempre había deseado, lo tenía otro impostor.

Daemony estaba segura de que Daeron no era un hijo legítimo, él no tenía ni una sola gota de parecido a Viserys, ignorando su cabello y aceptando la poca posibilidad de que su melena fuera oscura por la sangre de su madre, sus rasgos no eran marcados y su nariz era demasiado respingada para ser un Targaryen.

Su cara se veía distinta, es que ni siquiera Jacaerys, Lucerys o Joffrey habían perdido los rasgos Valyrios siendo "mitad" Targaryen.

Era porque el último hijo de Alicent no era un Targaryen, y se recalcaría las mil veces que fueran necesarias.

Pero el aun así podía domar a estos animales y lamentablemente para Daemony ya no era solo uno inexperto, ahora tenía a Sunfyre. El leal y tenaz Sunfyre.

Las manos de la joven acariciaron a su dragón antes de ordenarle bajo idioma Valyrio que rugiera con la mayor fuerza posible, y eso fue lo que hizo, Bloodmoon alzó su cabeza rugiendo con ímpetu.

Era el aviso, la princesa acababa de alertar a todos su abanderados que era lo que en las próximas horas iba a iniciar.

El rugido del dragón fue el grito que anunciaba la batalla.

Así fue como comenzó una de las batallas más sangrientas en la danza de dragones.

Rápidamente se le denominó la batalla de los vástagos, y fue la más catastrófica para ambos bandos en cuanto a pérdida de civiles.

╰ 𝑽𝒊𝒏𝒅𝒊𝒄𝒂𝒕𝒆𝒅 :。 ~ 𝘈𝘦𝘮𝘰𝘯𝘥 𝘛𝘢𝘳𝘨𝘢𝘳𝘺𝘦𝘯 - 𝘏𝘖𝘋  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora