Lights in the darkness━━ Eleven.

Capítulo 7

La pintura

Narra Maddie.

Después de algunas horas de viaje. Estábamos en Nevada. Jonathan se abofeteaba a el mismo para no quedarse dormido, ya que el conducía.

—Puta madre, viejo. Miren eso. —dijo Argyle con su vista puesta en el gran letrero de Surfer Boy Pizza. —No sabía que llegaban hasta Nevada. —sonrió. —Cuidado, Domino's. Tus fichas de dominó caerán.

—¿Está lejos Nina de Las Vegas? —me preguntó Will.

—¿De Las Vegas? —observe el mapa entre mis piernas. —Si las coordenadas de Suzie son correctas, a unos 150 km. ¿Por qué?

—Cuando salvemos a El, deberíamos pasar por allí. —dijo emocionado. —Nos podría hacer ricos, y nunca tendríamos que trabajar. Podríamos jugar D&D y Nintendo por el resto de nuestras vidas.

—Sí, me encanta la idea. —asentí sonriendo.

Dejé de sonreír en cuanto pensé en lo mucho que nos estaba costando encontrar a El. No podía quedarme tranquila sin estar segura de que ella se encontraba bien.

—Lo lograremos. —alentó Will, como si me hubiese leído la mente.

—No puedo dejar de pensar en ella. Necesito asegurarme de que esté bien. Tampoco puedo dejar de pensar en si después de todo esto... ella ya no me necesitará.

—Claro que te necesitará. Siempre te necesitará, Mad.

—No puedo parar de repetirme eso, pero yo me lo creo. Quiero decir... Ella es especial. Nació especial, y es demasiado especial para mí. Tal vez fui una de las primeras en darme cuenta. Pero cuando la encontré en ese bosque, ella solo necesitaba alguien. No es el destino, no es magia. Es pura casualidad. Y algún día verá que soy una nerd cualquiera que tuvo la suerte de encontrarse a superman. Es demasiado estúpido, es que... no sé...

—Tienes miedo de perderla. —completó.

Asentí lentamente, cabizbaja.

—¿Puedo mostrarte algo?

Levanté la mirada, dándole un asentimiento. Will sacó un papel arches envuelto, y me lo dió. Lo abrí lentamente con curiosidad. Al ver lo que contenía sonreí en grande, y mis ojos se iluminaron. Finalmente después de días, me sentía realmente feliz.

En la pintura estaban cinco guerreros con armaduras peleando con un gran dragón rojo. La guerrera que iba adelante, llevaba un gran escudo con un corazón dibujado.

—Es increíble. ¿lo pintaste tú?

—Sí. —respondió con una sonrisa. —Bueno... El me lo pidió. Me lo encargó, básicamente. Me dijo que dibujar. En fin, lo importante es... —señaló a la guerrera que sostenía el gran escudo.—¿Ves como nos guías? Estás guiando e inspirando a todos. Eso es lo que haces. ¿Y ves tu escudo? Tiene un corazón. Y sé que es literal, pero eso nos mantiene unidos. Un corazón. Porque sin corazón, todos nos desmoronaríamos. Incluso El... Especialmente El. —recalcó. Yo lo escuchaba atentamente. —Estos últimos meses estuvo tan perdida sin ti. Es que ella es muy diferente a el resto de las personas. —dirigió su mirada hacía la ventana de su lado. —Y cuando eres diferente, a veces, te sientes como un error. —volteó a verme con sus ojos cristalizados. —Pero tú la haces sentir que no es un error. Que es mejor por ser diferente, eso la empuja a seguir luchando. Si te dijo algo feo o parecía que ponía distancia, fue porque tenía miedo de perderte como tú a ella. Y si fuera a perderte, creo que preferiría que fuera rápido. Como arrancar una curita. Así que sí, El te necesita, Mad. Y siempre será así.

—¿Si?

—Sí.

Sonreímos y nos lanzamos a los brazos del otro, en un fuerte abrazo. Lo necesitaba.