Capítulo 3. Nunca intentes montar a Saturno.

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PAIGE

Inhalo y exhalo con lentitud, preparándome.

Abro la puerta dejando ver la casa del Tata. Es pequeña, pero hogareña.

Mamá parece relajada, habla con Margot, quien sonríe. Sé que le gusta hablar con mamá sin que Gastón (nuestro padre) este presente, cree que mamá lo prefiere antes que a nosotras sin importar cuánto peleen.

No hay algo que yo pueda argumentar contra eso, solo...necesito respirar.

Mar voltea y me sonríe mostrando su perfecta dentadura. Físicamente es una copia más joven y más viva de mamá, se parecen muchísimo.

Mamá me señala la silla efusivamente y me siento. Dicen que el Tata ya va a servir el desayuno porque, al parecer, ya eran las once.

—¿Cómo te fue en la caminata? --supongo que el Tata le contó.

Él camina hacia nosotros con una bandeja llena de variedad para desayunar, ya que todos desayunamos cosas diferentes.

—Bien --respondo sin más-- Me acerqué a los establos y me encontré con un pelirrojo --sinceramente, ya no recordaba su nombre. El Tata me ve sorprendido, mamá lo ve a él curiosa. Pero dejo de verlos cuándo Margot escupe el café por los orificios de la nariz.

Pasa de vez en cuando.

—¿Conociste a un chico? –no le respondo, a su vez, veo a mamá.

—¿Es él? --pregunta ella.

¿Él que? hago memoria y con muchísimo esfuerzo recuerdo que él dijo que jugábamos de niños. El Tata asiente.

—Es Oscar. No le diré nada solo porque él es muy bueno en los establos.

Signo de interrogación. Mi hermana le pregunta leyendo mi mente.

—¿Pasas tiempo en los establos?

—Aja --asiente orgulloso-- Básicamente soy como un socio. Pero él no es el que crees, hija. --le habla a mamá y su respuesta parece, por alguna galaxica razón, desilucionarla.

—¿No es el chico que gustaba de Paige y ella también de él? --abro los ojos y Margot vuelve a escupir el café que volvió a tomar por la nariz.

—Que asco, Margot.

—¿Que Paige qué?

—¿Por qué no podrías ser menos asquerosa? --le cuestiono a mi hermana ignorando la situación a mi al rededor, la cual no me gustaba.

—No, Alicia. Ella estaba loquita de remate por el hijo mayor de Hans. También medio tontita. Eran como ¿que? ¿tres años? Literalmente ella tenia seis y él como nueve.

¿Loquita de qué? ¿Hijo mayor de quién? ¿Remate? ¿Tontita? ¿Paige? ¿Yo? Ni recuerdo si tuve seis años o no.

—¿Y él? ¿Y él? --mi pequeña hermana parece interesada en la vida amorosa de una niña de seis años. El Tata frunce los labios y levanta los hombros tipo "ah pues, eso si que no lo investigué"

—Bueno, eso sí que no lo sé --siempre acierto-- ¡Es que ese niño era bien complicado!

—¿Y ahora? --otra que se alimenta del chisme, miro mal a mamá, siendo ignorada por completo.

—Ahora lo es más...después de tanto, era de esperarse.

¿Curiosidad? Probablemente solo porque es alguien que supuestamente conocía, pero no me importa tanto igual.

Siempre dices que no eres curiosa.

—Bueno bueno, estos establos, ¿cómo son? ¿Que se hace?

Rienda Suelta #1 [Solo Saturno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora