27. Dulce venganza.

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Desconocidos.
Tiempo: ¿?

¡Everild! ¡Ven aquí!

¿Me estás escuchando, Ángeles?

¡Obvio si! Es que quiero que Everild venga a jugar con nosotros.

Te dije que te amo.

Oh, ¡yo también! ¡somos amigos!

Claro, Ángeles. Amigos.

PAIGE, Actualidad.

—Escuchen atentas, primas mías. Agranden sus oídos y dejen volar su mente, porque la leyenda del castillo nacido junto a Everild es sagrada. Nadie sabe cómo es que la leyenda permaneció, nadie sabe de dónde salió.

—>Hace muchos años una niña y un niño jugaban en lo alto de las montañas. Ángeles y el niño de Piedra. Ángeles, feliz y radiante, entró al castillo que renació de la tierra, encontrado así a un niño de pelo blanco. Su manta roja llevaba el nombre de Everild. Ella, hipnotizada por su belleza sobrenatural, se enamoró al instante. El niño de Piedra, molesto y enamorado, solo la siguió en silencio por las sombras del castillo. La niña decidió que Everild sería su ángel guardián, él acepto encantado siéndole leal solo a ella. El niño de piedra, molesto cuándo no lo eligió a él, se proclamó a sí mismo como escudero.

—>Everild murió una noche de nieve que lo cubrió completamente, cerca del castillo. Puede que haya sido niño de Piedra quién lo provocó, pero Ángeles no creía que su escudero le causara tal sufrimiento. Ella, devastada, fue enredada por la obsesión del niño de Piedra por su amor. Nadie sabe que paso con ellos, si vivieron en el castillo cerca de su verdugo, el chico de cabello blanco. O si simplemente se mudaron dejando al pueblo atrás.

—>Lo que todos saben es que en Desembarco se escucharon llantos al rededor del castillo abandonado, algunos decían que eran hijos renacientes del joven de cabello blanco, llenos de rencor. Otros creían que eran los hijos de Ángeles y el hombre de piedra, maldecidos por la nieve. Otros que era el mismo Everlid, llorando devastado por la traición de su amada. Pero lo que tenían asegurado es que nadie quería acercarse al castillo abandonado a averiguarlo.

—>La leyendo permaneció, susurrada por las paredes del castillo abandonado acompañada por los llantos de un abandonado. Pero otra parte fue contada, para controlar a los niños desobedientes, o quizá procedente de la leyenda misma. El chico de cabello blanco volvería, asegurando limpiar almas vacías. O llenar su alma traicionada con la de los traidores de las montañas. Pero había una condición, volvería como un caballo. Nadie sabe si blanco, como la nieve de la que nació. Nadie sabe si rojo, como la sangre que derramó. Nadie sabe si negro, como el corazón de quién lo mató. Así que, cuídense, niños curiosos. Y no suban a la cima. No suban al castillo, porque puede que los llantos de alguien de pelo blanco los persiga.

Me abrazo a mi misma con el escalofrío que me abalanza todo el cuerpo. ¿Alguien de pelo blanco? ¿O criatura de pelo blanco? Una visión de mi misma en las puertas del castillo me invade los recuerdos.

Tengo a Margot aferrada a mi brazo y Alyssa apaga la linterna sonriendo, Tina quiere ir a hacer no sé qué pero...

—Bu.

—¡¡¡¡AAAAHHHHHHH!!!!!

—¡EVERILD VA A ATRAPARNOS!

—¡¡AÚN NO HE IDO A PARÍS!!

—¡NO SE LA HE CHUPADO A NADIE AÚN!

—¡¡REALMENTE QUIERO SER DISEÑADORA!!

Gritamos todas al mismo tiempo y nos volvemos un bollo raro de pellizcos, abrazos y peleas de quien se pone atrás de todas.

Rienda Suelta #1 [Solo Saturno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora