22. Como la luna.

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Vaden

-¡No puedo creer que hayas hecho algo como eso, Gabriela!

-Dios mío, Hans. Eres un maldito exagerado, ¡solo es pelo!

-¡Vete de aquí! ¡No te necesitamos en navidad! Todo sería mejor sin ti.

-Tenía un viaje y lo rechace para quedarme en casa para navidad. ¡Pero me iré! ¿¡Eso es lo que quieres?

-Ni siquiera vas a intentarlo, ¿cierto? Solo te sentirás mal porque perdiste un viaje.

-¡Solo sigue demostrándome que nunca me amaste! Te sentías vacío por lo que tu mejor amigo tenía y tú eras tan miserable que no podías dec...

-¡Fuera! Si no lucharás por tus hijos, bien. Pero yo lo haré.

-Como sea.

Y portazo. Hans se lleva las manos a la cabeza alterado, pero frunce el ceño ante un ruido.

-¿Jaxen? ¿Qué haces ahí?

-Eh...Katherina llora...

-Cambio de planes; llama a tus hermanos. Pasaremos navidad en los establos.

VADEN

A los siete años fue mi primera navidad en los establos, no volvimos a pasar una navidad en casa desde entonces.

En casa solían ser buenas, pero aun cuando lo fueran, no dejaban de ser una farsa; La imitación de una familia feliz, una familia numerosa sin problemas. Puede que no los hubiera, no éramos nosotros. Era Gabriela, ella era el problema. Ella era la que sobraba. La que no era parte de nosotros.

Escuché a mucha gente decir que las mujeres tenían cierto instinto materno, uno que sin falta todas tenían.

Mhm, farsa.

El universo le dio hijos a una mujer que no lo merecía. Gabriella no nos merecía. En cambio, se los negaron a Hayley quien los deseaba tanto.

A los diez años la hallé llorando por no poder tener hijos. Lloró aún más y me abrazo cuando le ofrecí ser el suyo. Nunca me importó lo que la gente me decía, me enojaba cuando preguntaban si era hijo de Gabriela y mentía en la escuela diciendo que era hijo de Hayley.

Cuando se enteraron llamaron a mi papá.

Sin embargo yo no me sentía avergonzado, estaba furioso creyendo que papá se molestaría. No lo hizo, le dijo al director que yo no mentía y lo obligó a disculparse conmigo.

Luego de eso en cada navidad Hayley me daba regalos con un papel que decía "Para mi hijo" y yo no podía ser más feliz.

Fue una madre para mi y para mis hermanos. Ella me contó su secreto y por eso a pesar de lo mucho que sufrí y la extrañe cuando murió, yo sabía que ella no le temía a la muerte. Que la aceptaba, que le alegraba poder reunirse con quien perdió.

Yo solía desear amar tanto como ella amó. Fue algo de lo que me desvíe demasiado, estudié muchísimo para llegar a donde estoy y eso requirió sacrificios. Sacrificios que nunca parecieron serlo porque siempre amé lo que quería ser y lo que era.

Rienda Suelta #1 [Solo Saturno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora