Capítulo 17. Aire.

56 4 12
                                    


17

No quiere pestañar, ni por un segundo.

Paige sonríe lamiendose los labios, estaba emocionada. Pocas cosas la emocionaban de verdad.

No podía...dejar de mirarlo. Negro. Como la noche, asoció.

Se muerde la esquina de su labio intentando escalar los palos apilados uno encima de otro. Aunque cumplió los diez años ese mismo día, no era lo suficientemente alta.

Años y años. Sigues escapandote de mi casa, dulzura.

Otra vez no...---murmura casi queriendo llorar al escuchar la voz de su Tata. ¡Le faltaba tan poco!

Es tu cumpleaños, Paigy. Solo estarás un dia aquí y estás obligada a pasar todo el día conmigo. --impone bajándola.

Ríe feliz, sabía que había organizado algo super divertido. Y tenia algunos amigos aquí, pero al parecer no estarían este día. Era una lastima, hace tanto que no hablaba con ellos ni los veía que casi olvidaba su voz y rostro.

Giro una vez y frunció el ceño cuando vio que el caballo se habia acercado a la cerca.

Ah, no te acerques a Saturno, ¿quieres?

PAIGE

—No tengo...fuerza para esto, y-yo...no puedo, Vaden.

Él me mira sin saber que decir. Se muy bien que tengo que quitarme el vestido, esta demasiado mojado y yo temblando muchísimo. Y si quiero hacerlo, pero algo me lo impide.

—Puedo irme...—sugiere.

Pero se que no es una opción. Tiene muchas mantas, si me quito el vestido, seria un alivio que me envuelva con dichas mantas al instante, y él lo hará. Se que es lo que quiere hacer.

—Escucha, se que no nos estamos llevando increíble, pero no haría nada para lastimarte, Chica...

—Lo sé. Sería estúpido que lo hagas, acabas de salvarme la vida.

—Yo no...

—Lo hiciste, tu mismo lo dijiste. Si no habrías llegado habría muerto. ---soy sincera.--- Además es mejor que no vuelvas a salir, recuerda que tú también estás mojado, Vaden.

—Yo no importo...

—A mi me importa.

No tengo fuerzas para apartar la mirada o para fingir que no es cierto lo que digo.

—¿Te ayudo, entonces?

—Si, por favor.

Extiende las mantas listo para envolverme, pero lo detengo.

—Espera, deja una para ti.

—No.

—Vaden, tienes que quitarte la ropa mojada.

—¿Quién dice que no me la quitaré?

Me quedo callada y lo miro con sorpresa, un poco de rubor sube a mi cara y él se ríe. No se porque me pongo nerviosa, la desnudez nunca fue un tabú para mi. Siempre pensé que el cuerpo humano era algo demasiado común, tanto que se enseña en libros de biología. Y que todos eran iguales. Al parecer no pienso todo eso sobre Vaden.

Rienda Suelta #1 [Solo Saturno]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora