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CHAPTER SEVEN; memories
Una chica de doce años corría alegremente por su aldea. Esquivaba con agilidad a las personas que se cruzaban en su camino y saludaba a todos con una brillante sonrisa.
Estaba contenta porque por fin había logrado escaparse de las aburridas charlas que su padre Lo'yr le daba sobre cómo ser una buena líder de su tribu, y podría ver a su madre.
Hacía dos semanas que no la había visto porque su progenitor le informó que estaba enferma y que no podría visitarla durante un tiempo en lo que ella se recuperaba.
Hope no pudo aguantar más la emoción que sentía al saber que iba a ver a su madre y contarle todo lo que había aprendido durante esos días. Por lo que, en cuanto vio la oportunidad, se escabulló en la cueva de sus padres.
Vio a la mujer recostada en el suelo, sobre unas mantas echas de piel de animal y cubierta también por las mismas. Sus ojos estaban cerrados y sus manos al costado de su cuerpo albino.
–Mami, despierta–susurró sonriente.
Esperó unos segundos antes de volver a insistir.
–Madre, quiero enseñarte algo.
Nada.
–¿Mamá?–su semblante feliz se desarmó por completo, dando paso al temor y confusión.
Sus celestes ojos se aguaron, reteniendo las lágrimas, resignándose a lo que estaba ocurriendo.
–Mamá, despierta, ¿si? Por favor–suplicó meciendo el brazo de su madre–. No te vayas, no me dejes.
Un fuerte sollozo escapó de sus labios y todo lo que pudo hacer fue abrazar el cuerpo inerte a su lado, negándose a dejarlo ir. Estaba en shock. Esto no podía estar pasando, no podía ser cierto.
–Lo siento, mami. Debí venir antes.
Un gran dolor se expandió por todo su pecho, robándole el aire y haciéndola temblar. Un vacío se instaló en su interior. Se sentía culpable también por no haberse escapado antes.
–Hope, ¿qué fue lo que te...?–la pregunta del hombre quedó suspendida en el aire al ver aquella escena frente a él.
–Se ha ido, padre. Se ha ido y no pude despedirme–murmuró. Estaba ida.
Lo'yr cayó al suelo y tapó su rostro con sus grandes manos, tratando de acallar su llanto. Se cuestionaba a sí mismo, quizás pudo haber hecho algo más para salvar a su esposa y ahora tendría que vivir con esa culpa que, ciertamente, no le correspondía.
A'lia sabía que no podría recuperarse, por lo cual trató de disfrutar cada momento con su marido e hija, hasta que quedó postrada. Fue ella quien le pidió al líder de la tribu que no le permitiera a su pequeña niña verla, no quería que la viera en esas condiciones.
☪︎
Desde ese día, Hope entendió que la vida puede ser muy bella, pero también muy injusta. Se prometió que viviría al máximo, hasta que sus pulmones no dieran más y su corazón dejase de latir.
Pero ahora que Eywa también le había quitado a su padre, no estaba segura de poder cumplir con su cometido. Se sentía perdida, rota y sin esperanza. No sabía cómo seguir y salir adelante.
Sintió un ruido producirse detrás de ella, pero no prestó atención. Estaba en el bosque todavía, no había querido regresar a su hogar, pues sabía que no podría soportar ver a su gente en esos momentos.
De detrás de las ramas, aparecieron quienes se habían convertido en personas muy importantes en la vida de la albina. Neteyam, Lo'ak, Kiri y Tuk se acercaron a ella y, sin decir absolutamente nada, la envolvieron en un reconfortante abrazo. Faltaba Spider ahí también, aquel humano arriesgado que, aunque la molestaba demasiado, había logrado ganarse un pedacito de su corazón.
Inevitablemente, las lágrimas se formaron nuevamente y se permitió llorar. Sentir que no estaba sola era todo lo que necesitaba y los Sully supieron hacerla sentir de aquella manera.
–No voy a dejarte, lo prometo–susurró Neteyam en su oído.
Por un momento, decidió tratar olvidar los acontecimientos dolorosos del día anterior y se concentró en la gente que estaba con ella, apoyándola.
–Te quiero, Hope–logró sonreír nostálgicamente ante las palabras de la pequeña Tuk
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author's note: Un recuerdito de Hope para que vean algo de su pasado también.
Por otra parte quiero decir que amo como Tuk y Neteyam apoyan a Hope, son tan lindos<3
