extra 04

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EXTRA IV; pregnant

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EXTRA IV; pregnant

Hope caminaba lentamente por el bosque, esquivando cada tanto algunas ramas o plantas que se cruzaban en su camino. Sin embargo, su paso era torpe y tembloroso, gracias a que su vista era borrosa y su cabeza no hacía más que pensar en lo que había ocurrido minutos antes.

La albina se había estado sintiendo algo extraña en el último mes, luego del traspaso de líder. Por lo mismo, había decidido no decirle nada acerca de sus síntomas a Neteyam, pues lo veía muy feliz y ocupado, y no quería darle otra carga más. Así que, por la tarde, finalmente se encaminó hasta el hogar de la Tsahik de la tribu, por ende también la madre de Neytiri.

Al llegar, dio dos golpecitos en la madera de un árbol para llamar la atención de la anciana que vivía ahí.

–Mi niña, pasa–sonrió la mujer hacia la joven.

Lo cierto es que, desde que la señora supo que su nieto estaba enamorado de Hope, la idea de verlos juntos como pareja se instaló en su cabeza alegremente. Había tenido el placer de conocer a la chica durante un año, y pudo comprobar que era un completo ángel enviado por Eywa.

–Hola, mi señora–saludó la de rastas ahora, nombrándola por aquel apodo que le había otorgado casi desde que se conocieron.

–Dime, hija. ¿Qué te trae por aquí?–interrogó la adulta, dejando unos pocillos de lado e invitando a Hope a sentarse frente a ella, palmeando el suelo en frente.

–Bueno, yo...–comenzó la muchacha, sin embargo el tartamudeo se hizo presente en su voz debido a los nervios–. No quisiera molestarla, pero necesito su ayuda–dijo finalmente, suplicante.

La anciana pudo ver la ansiedad y el temor en los celestes orbes de la albina, por lo cual aceptó la petición de la contraria con un asentimiento de cabeza.

–No me he estado sintiendo muy bien este ultimo tiempo, y me gustaría que pudieses hacerme alguna especie de chequeo–informó.

–Por supuesto que puedo–afirmó la adulta de inmediato–. Ven, recuéstate por aquí.

Hope hizo lo que le pedían, y entonces se inició una clase de ritual que siempre se realizaba para revisar la salud de los integrantes del clan, ya sea para bien o para mal. La señora esparció un líquido más bien espeso alrededor del cuerpo de la chica, sin tocarla, sino imitando su silueta; y encendió un pequeño palillo de madera para empezar a pasarlo por sobre la muchacha. Una vez el humo salía, ella lo observaba y, de acuerdo al color de este, podía distinguir si el cuerpo en cuestión estaba sano o no, o, en ciertos casos, si había algo más.

–No puede ser–susurró la Tsahik con asombro al ver el humo verde flotar en el aire.

–¿Qué sucede?–preguntó Hope con notorio nerviosismo.

–Mi niña, estás embarazada.

Esa fue la frase que lo cambió todo para ella. Estaba sorprendida, feliz y asustada; todo al mismo tiempo. Es decir, evidentemente no podía estar más alegre por el hecho de ser mamá, aún más sabiendo que Neteyam era el padre de la criatura. Pero, ¿y si lo hacía mal? ¿Si Neteyam no quería ser padre todavía? Las dudas estaban presentes, y la atormentaban cada vez más. Tenía diecinueve años, y no sabía si podría con tanta presión.

–Amor, ¿estás bien?

La voz de su esposo la hizo salir de su ensoñación. Inconscientemente había caminando hasta su hogar, sin embargo, no pensó que el trenzado hubiese estado ahí. Era día de entrenamiento, y no entendía por qué el joven no estaba con los demás.

–Hope, mi vida, ¿me escuchas?–insistió el Omaticaya, acercándose rápidamente hacia su esposa para tomarla del rostro suavemente, inspeccionándola–. ¿Qué ocurre?

–Estoy embarazada–balbuceó la albina de repente.

–¿Qué?–el muchacho cuestionó de nuevo, intentando entender a su pareja.

–Seremos padres, Neteyam–repitió esta vez con claridad, dejando salir las lágrimas retenidas–. Estoy embarazada.

Esas palabras bastaron para ocasionar un increíble torbellino de emociones dentro del chico. Sintió una calidez y felicidad eterna expandirse por todo su ser, enviando una gratificante electricidad que recorrió completamente su espina dorsal.

Velozmente tomó a Hope por la cintura, abrazándola, y la elevó en el aire, haciéndola girar varias veces mientras él también permitía su llanto alegre salir.

–Gracias, gracias, gracias...–murmuraba al mismo tiempo que besaba el rostro de su esposa en repetidas ocasiones, tras haberla dejado en tierra nuevamente.

–Tengo miedo–confesó la albina con voz temblorosa y su esposo secó sus lágrimas rebeldes.

–No te voy a mentir, también yo–admitió Neteyam–. Pero confío en nosotros y en que seremos capaces de formar una hermosa familia.

El silencio se coló entre manos luego de aquello y los dos se fundieron en un reconfortante abrazo, que repuso sus energías y que transmitió todo su amor. Ahora Hope se sentía más capaz de continuar con su embarazo, sobretodo porque tenía a un precioso hombre a su lado, y sabía que jamás la dejaría sola.

author's note: ¡NO PUEDO CON TANTA EMOCIÓN! Mis niños están tan grandes que me da un poquito de pena, pero también me alegra ver el gran crecimiento que han tenido ambos<3

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¡NO PUEDO CON TANTA EMOCIÓN! Mis niños están tan grandes que me da un poquito de pena, pero también me alegra ver el gran crecimiento que han tenido ambos<3

Con amor:
—R

LIFT ME UP | Neteyam Sully Donde viven las historias. Descúbrelo ahora