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CHAPTER TWELVE;fight
Al día siguiente, Kiri decidió invitar a Hope a la playa. Después de lo ocurrido anteriormente, la morena quería hacer sentir mejor a su amiga. Para su suerte, la albina aceptó su invitación, puesto que lo más necesitaba en estos momentos era distraerse.
Ambas adolescentes estaban en la orilla del océano; Kiri estaba acostada boca abajo flotando mientras observaba maravillada lo que se escondía en la arena, y Hope estaba sentada a su lado con las piernas cruzadas y sus ojos cerrados, disfrutando del sol.
–¿Qué están haciendo?–aquella voz la hizo enfocar lentamente su vista.
Delante de ella estaban Rotxo, Aonung y uno de sus amigos.
–¿Solo está mirando la arena?–preguntó el otro, refiriéndose a la de cabello corto.
–¿Qué? ¿Qué dijeron?–tras levantarse del suelo, la Omaticaya le hizo frente a los chicos, sonriente.
–Tú eres como rara–respondió Aonung.
–Sí, las dos lo son–continuó Rotxo.
Eso ocasionó que ambas jóvenes borrasen las sonrisas de sus rostros y comenzaran a caminar en dirección contraria a ellos, tratando de evitar una incómoda charla. Sin embargo, los Metkayina les siguieron el paso.
–Miren esas manos–el hijo del jefe intentó tomar las manos de Kiri, pero ella se lo impidió–. Tiene cinco dedos, ni siquiera es una Na'vi.
–Y tú–esta vez habló Rotxo hacia Hope–, eres muy blanca. ¿Nunca has estado al sol o qué?–sonrió socarrón.
La muchacha sintió su respiración acelerarse al igual que su ritmo cardiaco. Jamás alguien había insinuado algo sobre su color de piel, sobretodo teniendo en cuenta que probablemente es porque tampoco había dejado su aldea; pero no pensó que, al hacerlo, otras personas la molestaran por eso.
Aquello nunca había sido un problema para ella porque, evidentemente, todos en su tribu eran iguales; sin embargo ahora que se sentía completamente diferente y fuera de lugar, empezaba a llenarse la cabeza pensando en el comentario hecho por el joven.
–¡Oye!–Lo'ak gritó, interviniendo en la situación.
–Otro freak de cinco dedos.
Los chicos parecían no querer detener sus insultos hacia los nuevos integrantes del clan, iniciando ahora una pequeña batalla con el recién llegado, empujándolo de un lado a otro.
–Déjennos en paz–intentó detenerlos Kiri.
–Por favor–pidió Hope.
Entonces, de pronto, Neteyam apareció caminando rápidamente, irradiando enojo. Se le notaba en su rostro que no estaba para nada contento con lo que había visto y escuchado.
