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EXTRA II; the new leader
El bosque de Pandora se encontraba con más vitalidad que nunca. Todas las personas pertenecientes a la tribu del clan Omaticaya estaban sentados frente al gran árbol en cuál se realizaría la ceremonia de traspaso. Estaban emocionados por lo que sucedería.
La familia Sully se encontraba de pie justo delante de aquella reliquia natural y tenían una compañía bastante especial, pues Tsireya, Aonung y Rotxo habían viajado con el permiso de sus padres para asistir al acto tan importante para sus nuevos amigos. A pesar de que ya habían pasado casi dos años desde el desastre ocurrido, su amistad jamás se perdió y siempre que podían se apoyaban mutuamente.
La música comenzó y eso mantuvo al público expectante ante lo que sus ojos veían con asombro y alegría. Varios Navi's danzaban al ritmo de los tambores y flautas para entretener al resto mientras los principales protagonistas se terminaban de alistar para salir.
–Amor, relájate. Todo saldrá bien–dijo Hope al mismo tiempo que acariciaba el brazo de su novio.
–Lo sé, pero no puedo evitar sentir que vomitaré en cualquier momento–admitió Neteyam con claro nerviosismo, haciendo sonreír a su pareja.
Ambos llevaban una vestimenta característica de los líderes de cada clan. Sus cuerpos estaban escasamente cubiertos por telas de color rojo y blanco, del mismo color que las grandes plumas que se posaban en sus hombros, reluciendo por detrás de sus cabezas.
El trenzado tomó un pequeño pocillo el cual contenía pintura natural de color rojizo. Inmediatamente metió dos dedos de cada mano y luego, mirando fijamente los ojos de la albina, comenzó a dibujar diferentes figuras en su rostro, trazando círculos por sus mejillas y frente, terminando en sus labios. Repitiendo el patrón que él tenía de color blanco.
–Quiero besarte–habló el joven con voz más ronca de lo usual.
Aquella frase envió escalofríos a la de rastas. Era impresionante como el chico podía ponerle los pelos de punta cuando se lo proponía, incluso cuando no. Algo que aún le sorprendía, ya que se conocían desde hace años, pero creía que ese efecto que tenía él en ella jamás desaparecería.
–También yo, pero sabes que no podemos ahora–respondió Hope, conteniéndose y observando hacia arriba por la notoria diferencia de altura.
En todo el tiempo que había transcurrido, Neteyam había alcanzado el porte de un adulto, y ciertamente su novia se había quedado un poco atrás, por lo tanto aún era bastante más pequeña que el trenzado. Cosa que a él le encantaba.
–Prometo que podrás besarme todo lo que quieras luego–sonrío la muchacha con algo de picardía.
–Te cobraré la palabra–contestó el joven, apuntando en su dirección.
