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CHAPTER EIGHT;talk
Tras una semana desde el fallecimiento de Lo'yr, Hope había decidido regresar a las montañas nevadas, aquel lugar en el que nació y creció. Sentía que le debía una respuesta a su tribu, después de todo, era ella quien debía continuar con el liderazgo luego de la muerte de sus padres.
Ajustó el arnés de Samir, procurando que no quedase muy apretado, pero tampoco demasiado suelto; sino que cumpliera su función y evitara que sus pertenencias cayeran en el transcurso del vuelo.
–¿Ya te vas?–escuchó detrás de ella.
Neteyam, reconoció de inmediato. Sin embargo, no se giró para ver su rostro. Se sentía débil y no quería lidiar con la tristeza que se había adueñado de su ser desde que supo que la familia Sully se iría del bosque, orden dictada por Jake debido a lo ocurrido con las personas del cielo.
–Así es–murmuró–. Estoy casi lista.
Un silencio incómodo se instaló entre los adolescentes. Raramente pasaba, puesto que ambos sabían complementarse de tal manera que nunca faltaban temas de conversación o risas causadas por las diferentes bromas que hacían.
Por eso, Hope agradeció mentalmente cuando vio al padre de los Sully acercarse a ellos, salvándola del extraño momento.
–Neteyam, ¿me dejas a solas con Hope, por favor? Me gustaría hablar con ella.
–Sí, señor. Permiso–con un asentimiento de cabeza, el chico se alejó de su padre y la muchacha.
Ahora la albina parecía arrepentirse de haber agradecido la presencia de Jake, puesto que se sentía intimidada. ¿Y cómo no? Si era alguien que imponía cada vez que se presentaba en algún lugar.
–¿Necesita algo, señor?–preguntó, nerviosa. Jugaba con sus dedos y sus orejas estaban bajas.
–Debo decirte algo. Es sobre tu padre–informó lentamente, no queriendo asustar a la chica.
Rápidamente Hope levantó la vista del suelo y observó con atención al hombre frente a ella. Percibió como sus ojos de aguaban ante la sola mención de su progenitor y como su estómago se revolvía.
–Dígame.
Jake lamió sus labios antes de comenzar a explicar la situación, intentando ser lo más delicado posible.
–Una de las tantas veces que conversé con Lo'yr, él me habló acerca de un plan que tenía–inició–. Me dijo que sabía que, aunque tú adorabas a tu tribu y a la gente que la componía, no anhelabas ser líder.
El aire de sus pulmones abandonó su cuerpo. Creyó haber ocultado bien aquel sentimiento de insuficiencia, sin embargo olvidó el hecho de que su padre la conocía al revés y al derecho.
