La noche anterior Lisa no había encontrado ningún consuelo en la cama de Sana. Nada más cerrar los ojos se encontró inmersa en la oscuridad de un pasillo. Caminaba y caminaba y no se encontraba nada ni a nadie. Vio una luz al final y corrió hacía ella. Se paró en seco al ver la silueta de la mujer más deliciosa que había visto jamás. Estaba desnuda y reconoció la suave curva de su espalda, la pequeña cintura y las exquisitas caderas. Sin pensárselo corrió hasta ella y la abrazó contra ella girándola para verle la cara...
- ¡Jen! – gritó Lisa despertándose sudorosa.
Jadeaba sin cesar intentando ubicar donde se encontraba y qué había ocurrido. Lo único que recordaba era la última imagen. Unos gatunos ojos marrones clavados en ella con la melena castaña flotando, perfilando los rasgos perfectos de su rostro.
- ¿Has tenido una pesadilla? – preguntó Sana jalándola contra ella.
Lisa se dejó recostar y que ella se tumbase sobre su pecho. Con los brazos bajo su nuca miró al techo y evitó tocarla ¿Una pesadilla? Sin duda. Jennie era demasiado especial para rebajarla a algo meramente sexual. No podía creer que la hubiese degradado hasta el punto de incluirla en una fantasía de ese tipo. Tenía que acabar con esas estupideces o su amistad se iría a pique. Y no podía perderla. Algo le estaba pasando y en cuanto supiese qué era y lo solucionase, volvería a ser todo como siempre.
Se levantó sin el menor cuidado por su compañera de cama y comenzó a vestirse. Últimamente su vida estaba siendo un caos mental y tenía que hablar de ello con alguien. Iría a hablar con Jennie y... No, no podía hablar con ella de ese tema. Buscaría a Rosé y le contaría todo. Sí, eso haría. Decidido se colocó los pantalones de un solo tirón y con el abdomen descubierto, solo con un top y los zapatos en la mano salió de la habitación.
Sana se arremolinó la sábana sobre el cuerpo y la siguió confusa.
- ¿A donde vas? – gritó desde lo alto de la escalera.
- Tengo que irme. Hay algo que tengo que hacer. Ya nos veremos en la universidad – dijo Lisa cerrando la puerta tras de sí.
No estaba segura de saber la dirección exacta de Rosé pero al encontrarse su coche frente a una mansión enorme, supo que la había encontrado. Caminó hasta la puerta y llamó al timbre. Nadie abría. Volvió a llamar. Minutos más tarde Rosé aparecía tras la puerta. Mojada y con un traje de baño, miraba a Lisa extrañada mientras se peinaba con los dedos algunos mechones que le caían por la frente.
- ¿Lisa? ¿Qué haces aquí? – preguntó sorprendida.
- ¿Interrumpo algo? – dijo risueña Lisa.
- Estaba pasando el día bastante bien acompañada la verdad – confirmó Rosé con seriedad.
¿Con una mujer? Eso estaba claro ¿Con la preciosa ninfa de la noche anterior? Esa idea hizo enojar a Lisa. Si esa chica estaba allí con ella... no se haría responsable de sus actos, pensó Lisa furiosa. En esos momentos le daba igual que fuesen absurdos e injustificados sus celos. Sería capaz de matarla con sus manos.
- ¿Con quién? – quiso saber furiosa.
- ¡Con mi novia! – afirmó Rosé con un destelló de felicidad – Queríamos contarte... – no pudo decir una palabra más porque se encontró una dura mano presionando su cuello.
¿Novia? ¿Tenía novia? La muy cerda le había hablado de conquistar a Jennie cuando ya tenía a otra. Ahora si que la mataría con sus manos. Con su amiga no jugaba nadie ¡Con Jennie no!
- Lisa suéltame. No quiero pelear – farfulló Rosé casi sin respiración.
No tenía la menor intención de soltarla. La molería a golpes hasta que fuese irreconocible y ni la mujer más desesperada del mundo se fijaría en ella. Le advirtió lo que implicaba meterse con ella. Tenía suerte, Jennie no le había dado bola así que no sería necesario matarla por haberle roto el corazón a su amiga. Pero el simple hecho de haberlo intentado justificaba una paliza.
- Para pelear es necesario que haya dos para el combate – se escuchó tras ellas y ambas siguieron con la mirada de donde venía la voz – Y me temo amor que, en este caso, estás fuera de combate – concluyó Jennie con una sonrisa.
¿Amor? Ella era su novia. Lisa soltó a Rosé más por la pérdida de fuerzas que por deber. Jennie estaba frente a él, con su cara angelical, el pelo mojado y un enorme albornoz. Parecía una niña pequeña con el albornoz de su papá. Tan dulce, inocente y pura. Una oleada de ira recorrió su cuerpo ¿Pura? No tanto. Había pasado la noche allí con esa tipa y seguramente habrían... Sin pensarlo volvió a coger a Rosé por el cuello. No midió sus fuerzas y la levantó del suelo y apretó hasta que toda la sangre se acumuló en su cara, haciendo que se viera completamente roja. Jennie se alarmó y corrió hacía ellas.
- Lisa ¡LISA! – gritó intentando apartar los brazos del cuello de su novia – Suéltala ¡Suéltala! – ordenó frustrada por no conseguir separarlos.
- La voy a matar por lo que te ha hecho – espetó Lisa sin racionalizar.
- No me ha hecho nada ¡No me ha hecho nada! – repitió Jennie intentando convencerla – No hemos hecho nada ¡Suéltala! – gimió apartándola al fin de ella.
Rose cayó al suelo tosiendo sin parar y Jennie se colocó de rodillas a su lado. Lisa vio como ella acunaba en su regazo la cabeza de la rubia y sintió que nada era como debía ser. Se había comportado como un animal y ellas estaban... juntas. Parecía irreal y aterrador. Se dio miedo y asco a la vez, pero sabía que si volviese a pasar haría exactamente lo mismo.
- ¡Eres una bruta! – le espetó Jennie acariciándole el pelo a Rosé que ya respiraba con normalidad.
Lisa no dijo nada solo siguió mirándolas impasible.
- No era así como me había imaginado que te tomarías la noticia – intentó bromear Rosé aún con dificultad.
- ¿Y qué esperabas? ¿Qué me alegrase de que hayas engañado a una inocente niña, que resulta ser mi mejor amiga? – gruñó furiosa.
- Anoche no pasó nada – informó Jennie levantándose del suelo – Pero si hubiese pasado no habría sido asunto tuyo. Rosé y yo hemos comenzado una relación así que vete acostumbrando y deja los aires de hermana protectora, que no son necesarios.
- Me preocupo por ti. Esa tipa puede aprovecharse de que seas... – se cayó por vergüenza.
- ¿Virgen? ¿Inexperta? ¿Inocente? ¿Qué estupidez ibas a decir? – replicó aireada – ¿Es que no me conoces? Te recuerdo que era yo la que te defendía a ti en el colegio cuando los niños querían pegarte y te insultaban por andar con una niña en vez de con niños como se suponía. Te recuerdo que es a mí a la que siempre acudes por consejos porque soy más astuta y mucho más responsable que tú. Te recuerdo... que soy mayorcita como para tener sexo con medio país si se me pega la gana – gritó Jennie furiosa.
- Tranquila preciosa – dijo Rosé abrazándola de lado – Ella sólo se preocupa por ti. Me alegro de que sea así. Pero.. – continuó mirando a Lisa – vuelve a hacerme algo parecido y me olvido de que eres mi amiga y como una hermana para mi novia.
¡Novia! A Lisa se le clavó la palabra en el corazón como un puñal. Ahí estaban.. Jennie odiándolo y en brazos de otra, su novia. Ella sobraba en esa escena, posiblemente también en su vida. Se frotó la cara con una mano esperando que la imagen cambiase. No fue así. Decidió que debía dejarlas como ellas habían pedido y salió de la casa.
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Vivan las noviecitas✨o no?🫣
Maratón 4/6
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Amigas Desconocidas || ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ ||
RomanceLalisa Manoban era una chica guapa, seductora e inteligente. La mujer perfecta, que toda mujer desearía. Y lo sabía. Se había encargado personalmente de que todas ellas se lo confirmarán. No había fémina que se le resistiese. Aunque dulce y atenta c...