Jennie recapacitaba las posibilidades que tenía de salir airosa de esa situación. Eran muy pocas. Pero tenía la ventaja de ser una fémina semidesnuda, que eso siempre ayuda. Y más si la que tiene delante es una mujeriega como Lisa. Nunca se le había pasado por la cabeza seducir a su amiga, pero en ese caso se le ocurrió de inmediato. Era la única opción, se juró a si misma. No podía hablar así que ¿Qué más podía hacer? Pero si era sincera, tenía que admitir que le divertía la situación. Sin duda, era una morbosa, pensó risueña Jennie. Debería estar histérica por la posibilidad de que la pillasen y en vez de eso, estaba emocionada por las posibilidades de divertirse de lo lindo, con el engaño. Pero su amiga no estaba tan feliz.
Lisa irradiaba rabia por cada poro de su piel. Deseaba tanto a su mejor amiga que había llegado a hacer y convertirse en lo peor esa misma noche. Y la imbécil de Rosé que la tenía para ella no sabía aprovecharla. Esa desconocida frente a ella sería probablemente su amante o algo parecido. Y no solo no la despreciaba sino que la deseaba. Como esa misma noche había descubierto, ¡era una pervertida! Primero fantaseaba con su mejor amiga para poder excitarse para acostarse con otra y ahora deseaba a la probable amante de la novia de esta. Toda la noche buscando a alguien que le quitase de la cabeza el deseo por Jennie y ¿tenía que ser ella? ¡Era lo peor! se reclamó Lisa furiosa consigo misma.
Jennie caminó hacía el escritorio y con un solo gesto se quitó el broche que sujetaba la falda de larga cola, que llevaba arrastrando tras de si. Se quedó con un vestido corto pero no ceñido, que llevaba bajo la amplia falda. Se sentó en la mesa, cruzó las piernas con gesto sensual y ladeó levemente la cabeza para indicar que la observaba de arriba a abajo.
Lisa se puso nervioso. Esa chica tenía el descaro de analizarla como si fuese un trozo de carne en venta. Era posible que eso fuese lo que hacían todos los hombres pero nunca había visto a una mujer tan cómoda con ese papel. Parecía manejar la situación sin ni siquiera haber hablado. Pero Lisa se negó a olvidar para qué estaba allí. Le preguntaría todo lo necesario para descubrir a Rosé frente a Jennie y que así la dejara. Pero no lo hacía para que ella estuviese soltera de nuevo, sino por su propio bien.
Con cada ojeada a la exuberante mujer frente a ella se le olvidaba aún más el hecho de que su amiga le provocase algo más que cariño. Nada empezaba a importar, y no porque perdiese valor, sino porque su sangre comenzó a acumularse en su entrepierna y no le llegaba la suficiente al cerebro para razonar ¡Tenía unos ojos preciosos! Eran castaños. Pero eran enormes e impactantes ¡Que pena que tuviese ese antifaz!, pensó Lisa excitada. Sacudió la cabeza intentando sacar de ella todos los pensamientos lascivos que no dejaban de formarse.
Jennie la miró y supo que sus instintos la controlaban. Rio divertida ante la expresión sombría de ella y Lisa consiguió decir algo para salir al paso.
- ¿Cómo te llamas? - preguntó seca. Pero ella no respondió, solo sonrió, se levantó y caminó muy sensual hacía ella, pasándola de largo para ir hacía el sofá. Lisa contuvo la respiración al notar que ella le rozaba el brazo con el suyo al pasar junto a ella. Se dijo que tenía que calmarse, ir al grano y largarse muy rápido de allí - ¿De qué conoces a Rosé? - continuó el interrogatorio al no obtener respuesta – Es la novia de mi mejor amiga ¿sabes? Y no me pienso quedar de brazos cruzados mientras ella la engaña con cuanta prostituta se le cruza.
Jennie levantó la mirada y la fulminó. La había llamado prostituta y nunca nadie saldría airosa de tal acción. Ni siquiera ella. Le daba igual que no supiese qué estaba pasando o que en realidad ella no era la otra, sino la novia. Pero pensar que pudiese calificar a su "otra" vida de tal modo ¡la enfureció! Se levantó de un salto, haciendo que su pelo se contonease a su alrededor como una oleada de luz brillante. Frunciendo el ceño camino muy despacio, erguida, orgullosa y decidida hacía la imbécil que había osado insultarla.
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Amigas Desconocidas || ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ ||
RomanceLalisa Manoban era una chica guapa, seductora e inteligente. La mujer perfecta, que toda mujer desearía. Y lo sabía. Se había encargado personalmente de que todas ellas se lo confirmarán. No había fémina que se le resistiese. Aunque dulce y atenta c...