Jennie se había vuelto a sentir como siempre que estaba con Lisa, como una niña ingenua y estúpida. Ella pensaba que no era capaz de conseguir que alguien la desease o que incluso, la quisiese, si no era para engañarla. Pero ella no era la virginal niña que Lisa pensaba y estaba harta de escucharla hablar así de ella. Se dio cuenta de que era posible que se hubiese pasado un poco con la rabia de pensar en que Lisa la consideraba una tonta ingenua, al ver cómo se iba. Se había dejado arrastrar por la idea de que Lisa pensase que el único motivo por el que una persona desearía acostarse con ella era desvirgarla. Pero respiró hondo y salió tras ella.
- Lisa – dijo Jennie casi en un susurró. Pero ella la escuchó y se paró – Hablamos durante toda la noche de nosotras e hicimos planes para estar juntas. Estoy muy ilusionada con ella – dijo saliendo completamente de la casa, con los pies descalzos sobre el asfalto. Caminó hacía ella, que estaba de espaldas, y la abrazó por la cintura – ¿No puedes alegrarte por mí?
Su Nini. Su tierna y dulce Nini, pensó Lisa acariciando las manos de ella que se unían en su abdomen. Solo quería que ella fuese feliz. Y si lo era, ella estaría con Jen (ella la apoyaría). Pero no permitiría que le hiciesen daño. No le gustó sentirse excluida de su vida. Pero en ese momento supo que pasase lo que pasase, ellas siempre seguirían juntas.
- Nini – se giró y la abrazó contra su pecho – yo siempre estaré para lo que me necesites – afirmó Lisa besándole el pelo húmedo – Pero no esperes que me quede de brazos cruzados si veo que te hacen daño.
- Bien – dijo Jennie abanicando el aire con sus largas pestañas al parpadear – Pero procura preguntar primero si me han hecho daño o no – replicó ella con una cara de sincera inocencia.
Lisa se quedó embobada mirando a la niña que tenía entre sus brazos. Se veía tan frágil y vulnerable. Solo quería protegerla del mundo, y lo haría. Sonrió al ver la cara de niña esperando el regaño de su papá que ponía mientras apretaba los labios con ansiedad y la miraba con sus hermosos ojos marrones, como un gatito abandonado. No pudo evitarlo y se soltó en carcajadas mientras la abrazaba más fuerte contra ella. Si de algo estaba segura es de que Lisa era la única a la que ella permitía que viese tan vulnerable. Ella temía perderla, supo Lisa, tanto como ella a Jennie. Pero eso nunca pasaría, se afirmó mientras la apretaba aún más contra ella.
...
Jennie dejó a Lisa con Rosé en la piscina mientras se fue a cambiar. En el baño del gran dormitorio, se cepillaba el pelo mientras recordaba la noche anterior. Rosé la había perseguido por todo el local mientras ella iba solucionando problema tras problema. Cuando ya no aguantó más la secuestró en un rincón y la besó apasionadamente.
- ¡Eres mía! – le había dicho Rosé con la voz entrecortada de excitación- Larguémonos de aquí – le había solicitado desesperada.
- ¡Que posesiva! – había bromeado ella como respuesta.
- No quiero una aventura de una noche, quiero que seas mi novia. Me da igual como pueda sonar. Te necesito cerca mío – le había explicado ella antes de llevársela del local.
Jennie sonrió feliz al espejo frente a ella mientras recordaba como ellas dos habían pasado la noche hablando, riendo hasta el llanto y conociéndose mejor. No había pasado nada más porque estaban tan inmersas en saber todo sobre la otra que no pudieron hacer otra cosa. Acabaron dormidas, abrazadas en la enorme cama. Ella se había despertado y se había ido a ese mismo baño. Se había lavado la cara, se había quitado toda la ropa y se había puesto una camiseta de ella. Cuando salió a la habitación, Rosé ya estaba despierta y se la quedó mirando embobada. Con la cara sin rastro de maquillaje, el pelo revuelto y la camiseta que le quedaba a medio muslo, se apoyó sobre el marco de la puerta sonriendo a la embelesada mujer frente a ella.
ESTÁS LEYENDO
Amigas Desconocidas || ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ ||
RomantikLalisa Manoban era una chica guapa, seductora e inteligente. La mujer perfecta, que toda mujer desearía. Y lo sabía. Se había encargado personalmente de que todas ellas se lo confirmarán. No había fémina que se le resistiese. Aunque dulce y atenta c...