Capítulo 22. ¡Era suya!

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Al llegar el lunes y concluir las clases, Lisa fue a buscar a Jennie donde siempre la encontraba: los jardines. Y allí estaba pero para sorpresa suya estaba sentada apartada de todos junto a Rosé. Ambas estaban muy risueñas y juguetonas y a Lisa no le gustó nada la imagen. Su amiga había estado hundida el día antes y ahora estaba de lo más feliz, si esa tipa tenía la culpa de sus cambios de humor ¡sería mujer muerta! Pero para ser sincera consigo misma el planteamiento del bienestar de su amiga estaba opacado por un sentimiento de... ¡posesión! Era suya y no quería que la tocaran. Le daba igual lo que pudiese eso significar. La rabia no la dejaba razonar.

Lisa caminó decidida hacía ellas, ignorando los comentarios y saludos a su paso. Esa relación iba a acabar sí o sí. No había más opción.

Jennie y Rosé peleaban por el ultimo dulce de la bolsa, mientras Lisa aumentaba su furia al ver que Rosé la tomaba de la cintura.

Ella estaba tan ocupada intentando recuperar su bolsa que no se percató de que estaba sobre su ex novia ni de que su amiga se había parado frente a ellas con los brazos cruzados, en evidente reclamo.

- ¿Interrumpo? - preguntó Lisa enojada.

- No me quiere dar mi bolsa - contestó berrinchuda Jennie mientras hacía pucheros.

- La compré yo - aclaró Rosé sacándole la lengua.

- Pero yo te la robé nada más comprarla, así que ya era de mi propiedad - replicó ella fingiendo aguantar las lágrimas.

- Ya sabes lo que dicen de robar a un ladrón. Además, - continuó Rosé estirándose sobre el césped - me has dejado, tengo derecho de vengarme y robarte el ultimo dulce - bromeó y saboreó el objeto de conflicto en sus narices.

- ¡Cruel! Que sepas que cuando tengas otra novia no tendrás mi recomendación. Le diré que eras la peor novia del planeta - se burló Jennie con fingido enojo.

- Eso no es cierto. Soy una mal amiga, pero como novia no te me quejabas - dijo Rosé en tono pícaro.

Jennie no pudo evitar reírse. Y Lisa las miraba atónita. O estaban en crisis y volverían en escasos segundos o se habían convertido en íntimas sin que ella se diese cuenta. Ambas cosas la relevaban a ella a un segundo plano. Y ella nunca sería una segundona en la vida de Jennie.

Furiosa se dio media vuelta para marcharse, pero una carcajada de Jennie por un comentario de Rosé, que ni siquiera escuchó, la hizo quedarse. No dejaría que esa tipa se la robará. A su amiga, claro, se dijo no tan segura como otras veces.

Ella vio la actitud de Lisa y no supo qué le pasaba. Pensó que era probable que estuviese aún preocupada por ella. Estaba haciendo un enorme esfuerzo por estar bien y verla sin tirársele encima y decirle que nunca la dejara. Pero lo estaba consiguiendo y Rosé la estaba ayudando mucho. La ventaja de salir con una mujeriega es que se le olvida rápido que una vez fueron algo más que amigas y se toman las relaciones más en broma. Lo que hacía que no parasen de reír por cuantos recuerdos les pasaba por la mente.

Jennie le hizo un gesto a Lisa para que se sentara junto a ella y al ver que no lo hacía se incorporó lo suficiente para llegar hasta su mano, la apretó y tiró de ella para que cayese al suelo.

Lisa cayó sobre ella, tendiéndola sobre el césped. La miró de hito a hito. Sus ojos la fascinaban. Y sus labios... ¿cómo serían sus labios? ¿Qué sabor tendrían?

Jennie notó que le faltaba el aire y no porque tuviese un peso sobre ella, sino porque sus pulmones estaban cediendo su actividad para que el corazón pudiese trabajar el doble de rápido. La tenía tan cerca. Esos labios que había saboreado y seguía saboreando cada vez que cerraba los ojos.

Amigas Desconocidas || ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora