Capítulo 23. Una parte de ti que no conozco

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Lisa parecía un león enjaulado. Estaba furiosa y ansiosa a la espera de un encuentro. Ella llevaba una semana escapando de su persona. Sabía que le pasaba algo, pero no soportaba que huyese de ella. Porque sabía que lo hacía. Y era síntoma de algo grave. Jennie nunca la evitaba. Y llevaba días poniéndole excusas que ella comprobaba que no eran ciertas con mucha facilidad.

Lo que más la enfurecía era verla bromear con Rosé. Las veía más juntas que cuando se suponía estaban juntas. Y lo peor es que no dejaban de coquetear. Y eso no lo ayudaba a imaginársela como una más del grupo. Cada día que pasaba la veía más sexy. Se había dicho que controlaría sus hormonas y no intentaría nada pero el que ella la evitase con tanto ahínco la estaba volviendo loca.

Jennie miraba el reloj nerviosa. No quería ir. Había quedado con Lisa en verse en el bar de siempre. Para tomar unas copas y hablar como era habitual. Pero era lo último que deseaba hacer. Sabía que ninguno de los chicos estaría allí, lo que implicaba estar a solas con Lisa y no estaba muy segura de querer tal cosa.

¿Desde cuando era una cobarde? se reprochó Jennie, con todo el orgullo que pudo reunir.

Pero no era miedo lo que sentía. Al menos, no miedo a sus sentimientos. Ni siquiera se había permitido pensar en ellos. Lo que la aterraba era la idea de meter la pata y echar por tierra su amistad por un mal paso. Era consciente que ante las situaciones tensas acababa tomando el control y comportándose como la arpía que en realidad era. Sabía que manipulaba a cuantos hombres se le acercaban, pero no quería hacer tal cosa con ella. Eran amigas. No podía estropearlo todo ahora, después de tantos años convenciéndola de que era una buena chica.
Ella no la conocía, se dijo hundiéndose en su tristeza. Cuando supiese como era de verdad la odiaría. Y eso no lo soportaría. Y ya había comenzado a ponerse la armadura para protegerse del inevitable desenlace.

Llegó hasta la esquina y vio a Lisa dando vueltas de un lado a otro, gastando el asfalto frente a la puerta del bar. No pudo más que sonreír. No se merecía que fuese la bruja que utilizaba a los hombres como entretenimiento hasta que encontraba algo mejor. Cuando la veía, una ternura que no sabía que existía dentro de ella, la invadía, al igual que un tremendo calor al recordar el beso que se dieron.

No podía fingir que todo seguía igual, pero definitivamente no iba a ponerse a llorar por las esquinas o esconderse. O ya no más. No era una alocada incapaz de entender sus sentimientos. Tenía muy claro lo que había pasado y ese era el motivo de que no quisiese verla. Le había roto todos sus esquemas. Y, en parte, la odiaba por eso. Era fácil tenerla como amiga. Pero sentir algo más por ella... ¡No le gustaba la idea! Quería seguir disfrutando de su vida, jugando y divirtiéndose con cuantas personas le apeteciese. Pero enamorarse de Lisa no estaba en sus planes ¡Y no lo permitiría! Ella ya ejercía demasiado poder sobre ella como para darle más.

Segura de que no permitiría que Lisa se metiese más en su corazón, caminó hacía ella con una sonrisa. Ella al verla suspiró aliviada y sonrió.

- Es la primera vez que llegas tarde - afirmó Lisa.

- Empiezo a tener costumbres de chicas ¡Cuidado! - bromeó Jennie. No debía ir por ese camino. Lo sabía pero no podía evitarlo. Una parte de ella estaba deseando que la descubriese.

- Es normal. Eres una chica - y preciosa, pensó con una sonrisa.

- Muy observadora ¿Descubrió algún misterio más? - se burló ella intentando no darle ningún significado a la sonrisa boba que ponía su amiga al mirarla.

- Más de los que pensaba y menos de los que me gustaría - y esa ropa no ayudaba, se dijo comiéndosela con la mirada.

Jennie decidió que no era prudente ponerse ropa de Lisa, por lo que llevaba una sudadera de estilo urbano y poco ceñida. Pero debido a su delgadez y su espléndido pecho, se le ajustaba un poco al cerrar la cremallera, en esa zona.

Amigas Desconocidas || ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora