Jennie abandonó la sala y entró en sus dominios, que ese día estaba vacío, la zona VIP. Río sin parar recordando la cara de Rosé. Pero tuvo que reconocer que estaba guapísima con esa camisa de seda negra que se ajustaba a su torso. La semana había mejorado increíblemente rápido, se dijo Jennie sonriendo ante las posibilidades que le deparaban la noche.
Rosé fue capaz de caminar, aunque no supo exactamente cómo consiguió tal hazaña, y persiguió al diablo encarnado en cuerpo de mujer que la traía loca. Habría la puerta por la que ella había entrado unos minutos antes y se la encontró. Ella estaba sentada en un semicírculo acolchado, hundida en almohadones e inclinada por completo. Apoyándose sobre un codo la miraba con una sonrisa traviesa. Rosé se limitó a observarla desde la puerta, boquiabierta, admirándola. Jennie pudo ver sin dificultad el brillo de deseo en los ojos de ella y decidió que era el momento perfecto para ser muy mala chica.
- ¡Estoy agotada! Me has hecho trabajar mucho – dijo Jennie pero ella no le contestó – ¿Crees que haya algo que puedas hacer? – preguntó fingiendo desinterés.
- Doy muy buenos masajes – contestó Rosé acercándose lentamente, como una pantera al acecho – ¡Quítate esa cosa y te lo demuestro! – bufó ansiosa.
- La ventaja de "esta cosa" es que no es necesario que me la quite para que me des un masaje. Tiene la espalda descubierta – explicó ella tranquila.
- No es en la espalda en donde quiero hacerte el masaje – informó ella casi sin voz por la excitación.
Jennie la miró como si no hubiese dicho nada que pudiese incitar a desatar su lívido y sonrió mostrándole que ella tenía el poder, la seguridad de poder controlarse y de manejarla a su antojo. Rosé quiso decirle lo bella que le parecía. Quiso decirle lo sensual que la encontraba. Quiso decirle lo mucho que le atraía. Quiso decirle lo perversa que era. Quiso decirle muchas cosas... pero no dijo nada. Sin darse apenas cuenta, se había tirado sobre ella, cogiéndola por la cintura apretándola más contra su duro cuerpo e invadiendo su boca sin compasión.
Ambas tendidos disfrutaban del beso que cada vez era menos violento y más sensual. Rosé se separó un segundo para respirar y Jennie dibujó el interior de los labios de ella con la punta de la lengua, provocando un escalofrío de excitación en la rubia. Jennie se separó y sonrió orgullosa de que el cuerpo de ella respondiese con tanta complicidad al de ella. Rosé no aguantó esos segundos sin la boca de ella sobre la suya y arremetió contra ella de nuevo. Pero una voz lo sacó del éxtasis en el que se encontraba.
- ¡Jefa!...– se interrumpió Eunwoo al verlos – ¡Perdón!
- No pasa nada – dijo Jennie quitándose a Rosé de encima con dificultad, porque ella no quería separarse ni un milímetro, y levantándose – ¿Qué ha pasado? ¡Y no me digas jefa! – ordenó irritada – Te he dicho mil veces que no lo soy. Es Tony al que tienes que dar las explicaciones.
- ¡Ya! Como si alguien lo hiciese. Pero esto te compete a ti. Una chica esta afuera, dice que conoce a la Señorita Park y que necesita hablar con ella un momento.
- Si esta en la lista déjala pasar – dijo Jennie sin dar importancia al problema.
- No está. Lo he comprobado. Y dice que le avise a la Señorita. Dijo su nombre y apellido sin que yo se lo dijese, por lo que imagino que la conoce de verdad – explicó Eunwoo.
- Rosé – le llamó Jennie para que se hiciese responsable de lo que ocurría – Creo que deberías ver de quién se trata.
- Déjala entrar y que disfrute de la fiesta, me da igual. No pienso moverme de aquí – informó contundente Rosé.
- No pidió entrar. Solo dijo que quería hablar con usted – aclaró Eunwoo con frialdad.
- ¡Rosé no seas terca y ve a ver qué pasa! – ordenó Jennie como si tratase con una niña desobediente.
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Amigas Desconocidas || ᴊᴇɴʟɪꜱᴀ ||
RomantizmLalisa Manoban era una chica guapa, seductora e inteligente. La mujer perfecta, que toda mujer desearía. Y lo sabía. Se había encargado personalmente de que todas ellas se lo confirmarán. No había fémina que se le resistiese. Aunque dulce y atenta c...