2. Nueva vida

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Sam tenía que hacer algo rápido, porque no contaba con casi nada en el departamento, es más, se estaba durmiendo en una colchoneta y su espalda no iba a agradecerle por mucho tiempo que la maltrate así.

Sam tenía dinero, pero debía usarlo con inteligencia, al menos hasta que le pagaran su primer sueldo. También reconocía que su alimentación no era la mejor, ya que todas sus comidas hasta ahora eran callejeras.
Afortunadamente tenía estufa, pero todavía le faltaban comprar los utensilios de cocina.
Pensaba en lo mucho que se habría ahorrado en tiempo y energía si hubiera elegido vivir en un departamento amueblado, pero ya había tomado su decisión y ante eso solo quedaba seguir adelante.

Tee fue a su nuevo hogar, le había traído unas cosas que creía que le servirían y estaba decidida a llevarla de compras, pues no podía seguir viviendo así.

—Gracias por venir, Tee. Lamento que no pueda ofrecerte nada, ni siquiera un lugar donde sentarte.

—Amiga, sé que toda esta semana trabajando ha sido pesada para ti, pero no puedes seguir durmiendo en el suelo. Tampoco puedes comprar nada porque no tienes un refrigerador, necesitamos ir de compras urgentemente.

—Gracias por ayudarme.

—He visto muchos programas de decoración de hogares, estoy segura de que algo podemos hacer para mejorar este lugar. Sobre todo antes de llenarlo de muebles, lo que sí es urgente es el refrigerador y una buena cama, lo demás pues ya veremos. Afortunadamente, tienes una barra desayunadora y estufa.

—Eres un ángel, Tee.

—Lo sé, lo sé. Eres muy afortunada de contar con mi amistad—Sam terminó comprando un pequeño refrigerador ya que no necesitaba de muchas cosas y además, no creía que cupiera por la puerta. También compró una mesa de aquellas que se desdoblan y cuatro sillas. Encargó la base de una cama, pero esa llegaría después junto con su colchón. Por lo menos ya tenía una almohada decente. Y había comprado una especie de armario portátil, junto con una docena de ganchos. Y lo que más entusiasmaba a Sam, había conseguido un sofá cama.
Tee le había hecho comprar pintura, así como algunas herramientas, pero habían llegado tan cansadas que al menos por ese día no hicieron nada más.
Solo armaron el comedor y se sentaron exhaustas.

—Esto de independizarse es más cansado y difícil de lo que parece.

—Todo esto porque tomaste una decisión impulsiva, estoy segura de que tu abuela al menos te habría ayudado para esto o Song, hasta Neung hubiera podido hacer algo.

—Song ya es una mujer casada y mi abuela me cobraría muy caro el favor, no tiene sentido irme de la casa si voy a seguir dependiendo de ella. Y Neung se pierde entre convenciones de arte y sus encargos.

—Sin duda, admiro tu valentía. Toca reconocer que tu habitación era más grande que todo tu departamento.

—Una jaula, así sea de oro, no deja de ser jaula. Mi libertad no tiene precio, Tee.

—En eso tienes razón, además sé que te irá súper bien, amiga. Cuando menos lo esperes, ya tendrás tu propio departamento y tus cosas.

—Gracias por tus buenos ánimos y por todo.

—Cuando gustes, amiga. Luego vendré a ayudarte a pintar. ¿Segura no quieres ir descansar a mi casa?

—Segura, el fin de semana son los días que tengo descanso y como bien dijiste, necesito acomodar.

—Al menos ya tienes donde dormir más cómodamente, en lo que llega tu cama.

—Sí, eso me tranquiliza mucho.

—Debo irme, pero cuídate mucho. Cualquier cosa que necesites, sólo dilo.

—Gracias, Tee—Tee salió del apartamento y se cruzó en el pasillo con Mon. Se ubicaban de vista, ya que Tee prácticamente iba diario a ver su a amiga. Mon incluso llegó a considerar que Tee pudiera ser la pareja de Sam, le parecía que se veían bien juntas. Saludó a distancia y se dirigió a su departamento donde la esperaba su mejor amiga y compañera de cuarto: Yuki.

La chica del apartamento 512 (Monsam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora