25. Grandes ideas

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Kade quería hacer tiempo en la recepción, pero al fin se dio cuenta de que se encontraba en pijama y a regañadientes tuvo que regresarse al piso donde estaba su habitación de hotel. Odiaba tener que interrumpir a Sam y Mon, pero no tenía otra opción, ellas ya estaban abusando de su buena voluntad. Se mantuvo unos segundos afuera de la habitación que supuestamente era la suya, dándose valor para tocar la puerta, pero al final no terminó haciéndolo porque Nita  sujetó su mano y lo impidió.

—¿Necesitas ayuda? No creo que quieras quedarte en pijama por horas, ¿o sí?

—No, claro que no. Lo que pasa es que no sé si ellas están durmiendo o... Eso, durmiendo. No quisiera tener que despertarlas, pero todas mis cosas están en esa habitación... ¿Qué se supone que debo hacer?—Nita analizó la situación en silencio y le pareció escuchar el estómago de Kade, ya era algo tarde para el desayuno, pensó.

—¿Te gustaría desayunar conmigo, Kade? —Nita lo dijo con una sonrisa que le quitaba claridad a los pensamientos de Kade.

—La verdad, sí tengo hambre... Estoy acostumbrada a desayunar temprano, pero no quisiera seguirte causando molestias, bastante has tenido conmigo desde ayer. Seguro ya estás harta de mí. —Nita no pudo evitar reírse, Kade estaba lejos de incomodarla y por supuesto de hartarla, al contrario, ella le agradaba bastante.

—No hay ningún problema, Kade. Te invito a desayunar con el mayor de los gustos.

—Nuevamente te lo agradezco, pero tampoco quiero andar en pijama por todo el hotel...

—No te preocupes, pedimos servicio a la habitación y problema resuelto, no dejaré que te mueras de hambre.

—Bueno, muchas gracias. —Las dos entraron a la habitación de Nita, pero Kade todavía sentía mucha vergüenza por lo que había pasado minutos atrás. —Lamento lo del baño... Yo estaba demasiado dormida, no sabía ni lo que estaba haciendo...

—Tranquila, Kade, yo no estoy pensando nada malo de ti. Entiendo que fue un accidente y ya. Relájate.

—Menos mal todo está bien contigo, ya tengo bastantes problemas con mis locos pensamientos...

—¿Qué clase de pensamientos?

—No, no me hagas caso. El no comer ya me está afectando, ya no sé lo que digo ni lo que hago, un completo desastre en pocas palabras.

—En un par de minutos se resolverá ese problema. —Nita tomó el teléfono y se dispuso ordenar lo que iban a desayunar.

—Gracias por el desayuno, Nita. Has sido demasiado amable conmigo y eso que prácticamente no nos conocemos.

—Hay algo en ti que me agrada, Kade, no sabría explicar qué es. Tal vez sea el hecho de que yo soy muy solitaria y tú pareces todo lo contrario, eres tan alegre. Es como si fueras la luz y calidez en un día muy nublado y frío. —Kade casi se conmovió, no recordaba que nadie le dijera algo tan lindo y se preguntaba por qué justo Nita le decía ese tipo de cosas. Lo cierto es que ni la misma Nita se entendía a ella misma. ¿Será que su solitaria vida le estaba cobrando factura? Porque aunque debía reconocer que Kade era muy agradable y muy bonita también, se supone que ella estaba interesada en Mon... Debía pensar en ella y no estarle haciendo cumplidos a una casi desconocida.

—He aprendido a tomarme las cosas con humor... Eso se debe a que siempre vivo momentos que más que mantenerme humilde, me mantienen humillada.

—Apuesto a que estás exagerando.

—Que más quisiera yo que estar exagerando, pero me temo que te sorprenderías mucho. Lo peor es que se supone que quiero tener una carrera exitosa como actriz y este tipo de situaciones no creo que le ayuden a mi imagen pública.

La chica del apartamento 512 (Monsam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora