14. El alboroto

2K 201 5
                                    

­—¿Por qué te estás moviendo tanto, Tee?

—En realidad, estoy muy quieta. Creo que ya estás borracha, Yuki.

—¡Tonterías! ¿Crees que si estuviera borracha podría hacer esto? —Solo Yuki podía saber qué es lo que había intentado realizar. Tee no entendía nada y tuvo que levantarse de su asiento para impedir que Yuki se lastime, pero igual había terminado cayéndose.

Además del golpe que habían escuchado, Mon y Sam ahora eran testigo de las carcajadas de sus mejores amigas.

—¿Qué son todas esas risas, Sam?

—No lo sé, ya me dio miedo entrar. ¿Qué tanto están haciendo esas dos?

—Con Yuki ya nada me sorprende.

—Es hora de descubrirlo—Mon abrió la puerta y no esperó ver a Tee encima de Yuki, ambas en el piso mientras reían a carcajadas. Cualquiera que las viera y no supiera la verdad, pensaría que esas dos chicas se conocían de toda la vida. Compartían risas, complicidad y ya se habían acabado la botella también.

—¿Interrumpimos algo importante, Tee?

—No es lo que parece, Sam.

—¿Me vas a decir que no estuvieron bebiendo e intentas ayudar a Yuki?

—Ah, entonces sí es lo que crees. —Yuki que ni siquiera estaba enterada que se había golpeado, empezó a gritar.

—Pasen, pasen. Recién comienza la fiesta, llegan a tiempo, Tee apenas va a comenzar a contar chistes.

—No es cierto, yo no me sé ningún chiste.

—¿Y lo que me estabas contando?

—Eso, aunque pareciera chiste, ya quisiera yo, eran puras anécdotas de mi vida.

—Eso lo hace aún más gracioso, me encantaría colarme a una boda contigo, ha de ser muy divertido.

—Cuando quieras.

—Ya quedamos, eh. No te vayas a echar para atrás, así como yo ahorita que me eché para atrás literalmente.

—Te doy mi palabra, no sé si ahora cuente mucho, pero te la doy—Le ofreció la mano para que cerraran el trato y ambas volvieron a caer de espaldas, mientras se reían. Sam se acercó a Tee para ayudar levantarla.

—Tee, ¿estás borracha?

—Tee, ¿estás borracha? —Repitió— No, Sam, estoy tomando jugo de manzana con Yuki... Claro que estoy borracha, pero solo un poco... Nada de lo que debas preocuparte.

—No te puedo dejar sola un instante porque mira lo que haces.

—¿Qué hice? Yo sólo quería probar esta cosa que no sé qué era, pero no te recomendaría beber. Al principio no me gustó, lo sentí muy fuerte. Luego decidí darle otra oportunidad porque es lo que todos nos merecemos. Para el tercer trago ya no me sabía ni bien ni mal y ahora que voy en el cuarto apenas como que le estoy agarrando el gusto.

—No dejaré que sigas tomando solo para convencerte de que algo te gusta.

—¿Por qué de pronto eres tan aburrida? Que yo sepa no eres mi mamá ni tampoco mi papá.

—No, pero soy tu amiga y no quiero que estés haciendo locuras.

—¿Ya hablaste con Mon, de eso que todo el mundo sabe, pero ella no?

—Todavía no y no estés de imprudente.

—Pues deberías tomarte una botella de estas para ver si así te das valor. Aunque conociéndote ni con toda una caja te animarías. Es más fácil que pierdas el conocimiento a que abras esa boca para decir algo sensato. ¡Mesero, mesero, otra ronda por favor!

La chica del apartamento 512 (Monsam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora