6. La mejor amiga

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Sam se sentía triste y se ponía peor de pensar que estaba así por alguien a quien apenas conocía. ¿Qué le pasaba con su vecina? Le desesperaba sentirse así.
Lloró de frustración y enojo con ella misma.

Mon se quedó pensando en que la actitud de Sam ciertamente había sido muy extraña y consideró que quizá no se sentía bien, o que no tenía la confianza de expresar lo que en realidad sentía. Después de estarse quebrando la cabeza pensando en Sam, decidió ir a la puerta de su apartamento y preguntarle si necesitaba algo.
Sam le abrió la puerta y Mon pudo observar atentamente los ojos llorosos de su vecina. Esos impresionantes ojos oscuros ahora estaban tristes y no le gustó eso.
Sam no supo qué hablar ni qué hacer, Mon tampoco es que le decía algo. Intento calmarse y liberarse del nudo que sentía en su garganta, pero no le resultaba fácil.

Mon hizo lo único que se le ocurría que podía hacer para hacerla sentir mejor y la abrazó. Sam hacía todo lo posible por no llorar más, pero es que la actitud de Mon no la ayudaba.
Irónicamente la intentaba consolar la misma persona que provocaba sus lágrimas, aunque ahora menos que nunca se lo confesaría. En un intento por ser fuerte, se separó abruptamente de Mon.

—Gracias por abrazarme, pero estaré bien.

—Sé que nos conocemos hace muy poco, pero cualquier cosa que necesites, puedes contar conmigo...

—No puedo contarte lo que me tiene así, lo siento.

—No, no te preocupes, está bien. Lo digo en general, poco a poco sé que me vas a tener confianza.

—No es cuestión de confianza, es complicado de explicar... No lo entenderías.

—No me gusta verte así, Sam. Ojalá pronto te sientas mejor.

—Gracias. Por cierto, ¿a qué venías?

—Pues quería ver cómo estabas, cuando fuiste a mi apartamento, no sé, te veías rara.

—Gracias por preocuparte por mí y venir a verme, eres una buena vecina.

—Un día no muy lejano, espero que me puedas ver de verdad como tu amiga—Sam lo veía prácticamente imposible, pero no quiso parecer grosera.

—Nunca se sabe qué puede pasar.

—Así es—Mon se distrajo viendo las galletas y eso a Sam le pareció un tanto extraño, decidió ser amable.

—¿Quieres una?

—Sí, te lo agradecería mucho.

—Adelante, toma las que quieras. ¿Quieres leche?

—Sí, por favor—Sam le sirvió la leche en un vaso y vio como Sam era tan feliz tan solo por estar comiendo galletas—Están deliciosas.

—Me alegro de que te gusten.

—Tienes un talento para esto, deberías venderlas o algo así, me tendrías en tu casa todos los días.

—Solo hago esto por pasatiempo, además no es nada del otro mundo.

—Eso lo dices tú porque debes estar acostumbrada a probar cosas deliciosas como estas, pero para mí que no sé cocinar nada, esto no tiene precio.

—Agradezco tus comentarios.

—¿Crees que te pueda robar unas cuantas más?

—No me molesta, aunque me sorprende. ¿Les llevé muy pocas?

—No, eran muchas. El problema es que mi insoportable amiga se llevó todas a su cuarto, así es Yuki.

—Espera un momento... ¿La chica que conocí hoy es tu amiga?

La chica del apartamento 512 (Monsam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora