La alfa se abalanzó sobre el peliverde con una fuerza sobrenatural, golpeando su rostro una y otra vez hasta que sangrara, no consciente de nada, solo pensando en proteger, cuidar.
Matar.
Tenía que proteger a su familia , incluso si eso significaba acabar con la vida de ese imbécil.
—¡¿CÓMO TE ATREVES?!—Gruñó, no dejando que sus pensamientos fluyeran como debían. El hombre intentó defenderse, pateando el estómago de la morena lo suficientemente fuerte como para hacerla retroceder, pero no detenerse.
Es más, fue tal su furia que, en lugar de sentir el dolor quemando su cuerpo y su respiración siendo cortada con el golpe, tomó el cuello del hombre, apretándolo mientras pisoteba con fuerza sus testículos. El peliverde luchaba por respirar, lanzando golpes desesperados al aire; algunos acertaban y detenían a la morena por un par de segundos antes de que volviera a arremeter contra él con más y más fuerza.
La ojiazul abrió sus ojos lentamente varios minutos después, observando la repugnante escena.
El hombre casi ya no se movía, y la morena sostenía ambos extremos de la cabeza de su contrario, estrellándola contra el suelo de mármol antes blanco, ahora teñido de sangre ajena.
—¡Catra!—Gritó alarmada, intentando levantarse, pero sus piernas fallando en el acto y volviendo a caer de sentón.—Detente.—Pidió con una débil voz desde el suelo.—Lo matarás.
—¿Y qué?—Cuestionó con molestia, mirando a la rubia sin dejar de sostener al hombre.—Te lastimó, Adora. ¿Cómo no quieres que te defienda?—Inquirió con el ceño fruncido, y, por un instante, la rubia tuvo miedo de lo que su novia podía llegar a hacer.
Por ella.
Y no quería arruinar su vida por su culpa de nuevo.
—No es que no quiera.—Corrigió, sin lograr levantarse, y sintiendo sus lágrimas deslizarse por sus mejillas.—Pero no vale la pena arriesgar tu libertad.—Dijo, su voz finalmente quebrándose y arrastrándose apenas para llegar a la alfa ardiendo en furia, sus rodillas mojándose con la sangre sucia del peliverde y levantándose de a poco.
Las feromonas calmantes de Adora llenaron el ambiente y relajaron a la morena de a poco. Ese olor a vainilla y limón que amaba, con un toque de algo indescriptible. El olor al amor de su vida, ¿quizás?
Pero también olía a miedo. Miedo por ese hijo de puta. Quiso volver a arremeter contra él, hasta que sintió una mano cálida de la omega en su mejilla hasta pegar sus frentes, y la otra la condujo hasta su vientre, que poco a poco crecía.
Sus manos temblaban, y a pesar del llanto inefable, la rubia logró transmitir una calma que incluso ella necesitaba.
—Está bien.—Susurró.—F-Finn y yo estamos bien.—Aseguró con un titubeo que mostraba de todo, menos seguridad. Sus piernas fallaron una vez más en el preciso momento en que el hombre se movió un poco, pero su novia estaba ahí, y no la dejó caer.—S-solo vámonos a casa, ¿si?—Pidió, casi en un susurro. La morena pegó más a la rubia a su cuerpo, y, con temor de que esta cayera de nuevo, la levantó entre sus brazos con una mirada seria y empezó a caminar lentamente, volviendo a patear al hombre una vez más y tomar una foto de su rostro ensangrentado y a duras penas reconocible.
—Aún quiero romperle las piernas por lo que te hizo.—Masculló alejándose.
(...)
—Necesitamos llevarte al doctor.—Insistió la morena, observando a una distancia prudente a su temblorosa omega acurrucándose en su nido. Esta negó con la cabeza, cerrando sus azules orbes con fuerza.
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Late -Catradora/Glitra (Omegaverse)
FanfictionCatra estaba harta. No, harta era poco para lo que sentía. Su esposa, Glimmer, era demasiado para ella. No había día desde hace cinco años en el que no se quejara o le gritara por cualquier trivialidad. Hasta que un día, amargo como el café que...