11. Me neither

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Las manecillas del reloj se movían lentamente, al compás de la pierna ansiosa de la morena, quien no paraba de moverse por la preocupación.

Parecía que el tiempo la torturaba, y así sería hasta que le dijeran que podría irse a casa con su rubia.

Hacía casi una hora que no recibía ninguna información de parte de los médicos, y, por supuesto que eso la asustaba, le asustaba perderla.

Aunque una parte de su cerebro quería decirse que no era gran cosa, en realidad sí lo era; además, las horas sin dormir y la preocupación habían hecho de la suyas en el sistema nervioso de la alfa, no dejándola en paz ni por un segundo.

Literalmente casi tira su café al suelo cuando vio a un hombre de bata blanca salir de la habitación.

—¿Familiares de Adora Grayskull?—Preguntó al aire sin ninguna emoción, simplemente con un par de papeles en sus manos.

—¡Yo!—Se apresuró a decir la morena, acercándose con rapidez.—Quiero decir... no soy su familiar, pero sus padres no están. Fui yo quien la trajo aquí.—Explicó.

—Entonces necesitará responder a un interrogatorio y firmas un par de documentos antes de ver a la paciente.—Indicó. La morena solo asintió, casi desesperada.

—Está bien.—Aceptó.—Solo dígame, ¿está bien?—Cuestionó nerviosa, casi sintiendo ganas de llorar de nuevo al recordar las horribles imágenes de aquella madrugada. El doctor hizo una mueca leyendo una vez más su informe antes de mirar directamente a la casi felina.

—Está estable.—Respondió.—Algunas de sus heridas fueron graves, otras no demasiado. Pero... en cuanto a su salud mental... sigue en estado de shock y presenta un grave cuadro de TEPT.—Explicó.—Le recetaré algunos medicamentos y analgésicos. Si no presenta más novedades, podrá irse mañana. Ahora sígame, por favor.—Pidió, la morena siguiéndolo de cerca sin saber cómo realmente actuar ante la situación.

Al menos estaba bien, y eso le bastó para sentirse un poco mejor al respecto.

(...)

Realmente seguía rogando que fuera un sueño.

Pero sabía que no era así, y no podía hacer nada contra ello.

La rubia vio a la morena entrar despacio al lugar, un pequeño ramillete de flores de jardín adornando sus manos.

—Hey, Adora.—Saludó con una sonrisa cansada que llenó a la rubia de dolor. Parecía agotada, tan llena de problemas por su culpa...

Pero entonces, sin previo aviso, la morena le entregó el pequeño presente improvisado, casi obligándola a mirar a sus orbes bicolor y sacándola de su propia oscuridad por un momento.

—¿Cómo te sientes?—Preguntó con una voz tan dulce... tan suave, que hizo que prontamente las mejillas pálidas con partes rojas o amoratadas se volvieran de un tenue rosa mientras acomodaba uno de los mechones dorados en su rostro.

—Bien...—Intentó mentir, pero pronto la sonrisa diminuta que mostraba se convirtió en lágrimas acumuladas bajo sus párpados. La morena se acercó apenas y depositó un corto beso en su blanca frente, acariciando suavemente la mejilla de la ojiazul.

—Todo mejorará, lo prometo.—Aseguró suavemente.—Lo hablaremos cuando lleguemos a casa.—Ante la afirmación la rubia solo pudo asentir, viendo a la morena acercar una silla y sentarse cerca de ella.

Late -Catradora/Glitra (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora