Capítulo treinta y tres

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PABLO GAVI

Un rayo de sol impacta directamente en mi cara haciendo que me despierte mientras me revuelvo en la cama.

Siento el cuerpo de mi preciosa novia a mi lado mientras se abraza a mi cuerpo. Tenemos las piernas enredadas y sus brazos me rodean el torso mientras se pega a mi como una lapa. No sabemos dormir de otra forma que no sea en contacto piel con piel.

Abro los ojos y la miro. Tiene el pelo revuelto y sus ojos están cerrados mientras su pecho sube y baja al respirar con calma. Se la ve tan tranquila cuando duerme y eso que es un puto terremoto en la vida real.
Me quedo admirándola por unos minutos dándome cuenta de la suerte que tengo por poder despertarme a su lado todos los días.

Sus pequeños tatuajes decoran su cuerpo desnudo, me los he memorizado uno por uno. En total tiene catorce y pronto se va a hacer un par más. Mi niña tiene un serio problema con la tinta pero si a ella le gustan pues yo ya estoy feliz.

Acaricio suavemente su mejilla con una sonrisa antes de darle un beso suave en la frente y girarme para coger mi móvil y ver la hora que es. Son las 10:34, no está nada mal para la hora que nos acostamos ayer después de haberme metido entre sus muslos unas cuantas veces y oír cómo gritaba mi nombre entre sus gemidos. Me pongo palote de tan solo recordarlo.

Contesto un par de mensajes que tengo de mi familia y del grupo que tengo con los chavales donde todos me están vacilando ya por la escapada romántica que hemos hecho Mar y yo estos días. Pero bueno, hoy ya nos volvemos para Barcelona a las cuatro de la tarde.

Dejo el móvil en la mesilla de nuevo y me giro para abrazar el cuerpo de mi chica. Tiene el cuerpo caliente y yo escondo mi cara en su nuca mientras le paso una de mis manos por su cintura desnuda pegándola a mi cuerpo.

La noto suspirar cuando empiezo a dar suaves besos por su espalda desnuda y noto como entrelaza sus dedos con los míos.

—Buenos días mi amor—le susurro con una sonrisa cuando veo que ya está despertando.

—Si pararas de darme besitos por la espalda y me dejaras dormir un poquito más estaría mejor—la escucho murmurar con voz ronca haciéndome sonreír. —Me duelen aún las piernas Pablo.

—Sí, quizás nos pasamos un poco de la raya ayer al hacerlo cuatro veces seguidas.—opino yo con una sonrisa mientras le doy un beso en la mejilla. —¿Pero estás bien?

—Sí amor, pero me duele todo—se queja ella mientras se da la vuelta en la cama y se abraza a mi como un koala.

Yo la abrazo por la cintura mientras le doy constantes besos en su mejilla haciendo que sonría.

—No quiero volver a Barcelona, yo me quedaría aquí contigo todo el año...—la oigo susurrar mientras me da un beso en el cuello.

—Bueno, malo será que cuando me den las vacaciones no nos podamos ir a otro sitio unos días. ¿No me habías dicho que tenías ganas de volver a Paris? Pues antes de que acabe el verano vamos cariño.

Veo cómo levanta la cabeza de mi cuello para mirarme a los ojos con una sonrisa.

—Te juro que no me dan los minutos de toda mi vida para demostrarte todo lo que te amo Pablo—me dice con una sonrisa antes de acariciarme las mejillas.

—Me lo demuestras cada día Elefante, y hazme caso que para mí eso me llega de sobras—le respondo yo con una sonrisa antes de besar sus labios.

Su boca se funde con la mía y sus suaves labios acarician los míos. Me derrito en sus labios lentamente mientras su lengua tibia roza la mía y yo ya estoy en el cielo. Besar a esta mujer es la quinta maravilla del mundo. Siento su cuerpo desnudo pegarse al mío y yo ya la tengo dura a estas alturas, pero con ella me es imposible controlarme.

EVITERNO ; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora