EVITERNO ; pablo gavi.

Capítulo treinta y nueve

PABLO GAVI

Despierto cuando un rayo de sol impacta en mi cara. Ayer era tan tarde cuando nos acostamos que ni nos acordamos de bajar las persianas y ahora me estoy cagando en todo lo cagable.

No se que hora es, pero hace una calor ya de dos pares de cojones. Me destapo del todo aún sin abrir los ojos mientras suelto un bufido por el agobio de las sábanas y me doy cuenta que a mi lado no está Mar durmiendo.

Cojo mi móvil para ver la hora que es, 12:17.
Ayer eran casi las cuatro cuando nos acostamos porque salimos a tomar algo todos juntos de tranquis y al final nos acabamos liando hasta tarde.

Escucho la ducha de mi baño y la puerta está cerrada por lo que me supongo que la morena estará duchándose.
Me levanto de la cama a duras penas y me dispongo a entrar en mi baño para darle los buenos días a mi queridísima novia.

Pero no es a Marfil a quien me encuentro, si no a Pedri. Que está recién salido de la ducha mientras una toalla rodea su cintura.

—Joder hermano, que susto—le digo yo apoyándome en la puerta. —¿Que haces duchándote en mi baño? Pensaba que era Mar la que estaba aquí.

—Ya se que mi belleza mañanera deslumbra enano—se burla él de mi. —El cabrón de Ansu tarda mil años en la ducha, y tú queridísima novia me ha dicho que me venga a duchar aquí, que tú estabas aún durmiendo la mona.—dice secándose él cuerpo. —¿Mucha resaca?

—Que va, ayer al final solo me tome dos copas para hoy estar más o menos decente—respondo yo saliendo del baño mientras me pongo unos pantalones cortos de chándal. —Voy para abajo hermano, que tengo un hambre que me muero.

—Mar está haciendo tortitas, aprovecha chaval—me grita él desde el baño.

—¡De puta madre!

Me calzo las chanclas y salgo de la habitación cerrando la puerta detrás de mi antes de bajar las escaleras. En la mesa de la cocina están ya sentados Ferran, Sira, Laura y Javi. Mientras que mi hermana y Mar están entre las dos haciendo las tortitas.

—Buenos dias bello durmiente—saluda Javi con una sonrisa cuando me ve entrar por la puerta.

—Buenos días familia. ¿Que tal estamos?—pregunto en general mientras me acerco a mi hermana para darle un beso en la mejilla y luego a mi novia.

—Buenos días gordito—dice sonriente mientras pasa sus brazos por mi cuello mientras los míos rodean su cintura.
—¿Quieres tortitas? Que a Auro le ha dado antojo de ellas y nos hemos puesto a ello.

—Eso no se pregunta amor—le digo dándole un beso corto en los labios. —Por cierto, vaya susto me ha dado en cabrón de Pedri hace un momento, que pensaba que eras tú la que estaba en la ducha.

—Que feo me está pareciendo esto de que me compares con Pepi—dice ella burlándose de mi. —Claramente yo soy mas guapa.

—No te flipes, niña.—dice el susodicho entrando por la puerta. —Que se quedó pasmado con mi belleza mañanera, a nada estuvo de ponerte los cuernos. ¿A que si Pablito?—pregunta vacilando el canario.

—Totalmente, es que me pongo palote al ver ese cuerpo serrano.—le digo yo riéndome mientras le sigo la broma.

Pedri me lanza un beso haciendo que todos nos riamos antes de yo darle un beso en la mejilla a Mar y coger el zumo de naranja de la nevera para sentarme al lado de Ferran.

—¿Mucha resaca Sirita?—me burlo de mi cuñada que está sentada enfrente de mi, ya que tiene una cara de muerto impresionante.

—Cómete una mierda, Pablito—me dice ella mientras revuelve el café de mala gana.