3. Preeda.

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3. Preeda

Chay se obligó a caminar con seguridad desde que se bajó de la camioneta negra con vidrios polarizados. Tenía que inventar una buena excusa para sus vecinos, no quería que le fueran con chismes a Malee, después de todo, Chay no tenía planeado en contarle absolutamente nada por qué no quería involucrarlo.

Tenía a Big y Ken a su espalda y mientras iba caminando hacia el ascensor lujoso del imponente edificio solo podía pensar en una cosa: "Si muero hoy, al menos sé que Porsche está en un lugar feliz y será todo lo que siempre quiso" y le agradecía a la vida por haber tenido un hermano como él, que lo arriesgó todo para cuidar de Chay toda la vida.

– Estás pálido – dijo Big, casi podía escucharlo reír – El señor Kim solo quiere hablar.

Chay bufó – ¿Qué es hablar para alguien como él?

– Lo que es para todos, creo – contestó Ken

Chay no les creyó ni una sola palabra, de cualquier forma, eran criminales y cómplices, ¿por qué dirían la verdad? Es mejor estar preparado para lo peor. Las puertas se abrieron y dejaron ver otra puerta de un negro brillante con una cerradura eléctrica, Big se adelantó y oprimió un botón rojo, al segundo siguiente dijo su nombre por un intercomunador y la puerta se abrió.

Respiró dos veces antes de ser ligeramente empujado por Ken que iba a sus espaldas, no podía escapar, así que lo único que le quedaba era hacer lo que le dijeran y tratar de mantenerse con vida. El interior del apartamento era precioso, la decoración minimalista, los colores exquisitamente combinados: negro, blanco, una escala de grises y azules fríos muy interesantes, el verde de algunas plantas en el balcón del fondo que era preciosamente dividido por dos puertas de cristal. Adentro olía bastante bien, fresco.

– Sígueme – dijo Big

Porchay caminó hasta las escaleras en mármol e iluminadas por luz amarilla en cada peldaño. En la primera habitación del segundo piso, Big se detuvo y por consiguiente, Chay lo hizo. El hombre tocó un par de veces y adentro se escuchó la voz ronca y varonil del que ya conocía como Kim, Big abrió la puerta y entró solo la mitad de su cuerpo.

– Khun Kim, el joven Porchay está aquí – anunció.

No se escuchó nada más, pero Big se devolvió hacia Chay.

– Entra –

Porchay exhaló y asintió, él era una persona valiente, pero es que estaba tratando con... alguien peligroso, no sabía cómo actuar para que no lo mataran. Entró a la habitación, que resultó siento una hermosa oficina, Kim estaba sentado en un sofá de negro, tenía un trago en la mano y miraba su celular tranquilamente. Tenía una vestimenta casual, pero a la vez, muy a la moda, con un blazer azul encima, accesorios plateados y el cabello negro bien peinado.

– Ejem – carraspeó Porchay para llamar su atención – Yo...

– Ya se que estás aquí, niño – dijo Kim – Siéntate.

Chay se acercó e hizo el amague para sentarse en una poltrona individual, pero...

– Aquí – ordenó Kim señalando el espacio a su lado en el sofá.

El más joven parpadeó, incómodo, pero hizo lo que se le ordenó, casi a regañadientes, quería mantener distancia desde el comienzo, pero al parecer, sería imposible.

– Respira, bambi – Kim ladeó su cabeza – Nadie te hará nada malo, por ahora.

Chay tragó saliva y colocó las manos en sus rodillas delgadas. "Por ahora" no calmaba para nada su ansiedad.

Bambi - KIMCHAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora