4. Angelito.

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4. Angelito. 

¿En qué me han metido? ¿En qué me han metido?

El corazoncito juvenil de Chay latía desbocado y el estómago contraído y casi oprimido en un fuerte nudo, le estaban dando arcadas, usualmente, siempre le dan cuando está muy, muy nervioso como ahora, sentado en la rodilla de ese gorila que lo manoseaba sin cesar, quería gritar, sabía que Big y Ken podían escuchar todo, entonces... ¿Por qué mierda no hacían algo? La remota idea que se iba solidificando cada vez más en la cabeza de Chay se componía en lo siguiente: lo habían utilizado y abandonado a su suerte.

De ser así, Chay no dejaría que lo jodieran, tenía que defenderse, tenía que ser inteligente. Miró la cinturilla del pantalón de los hombres que estaban ebrios y riéndose entre ellos, muchos estaban drogados, Chay descubrió armas entre sus pantalones, y temió... si hacía cualquier estupidez lo volverían un colador humano en cuestión de segundos.

Okey, necesitaba pensar... tenía que salir de allí a como diera lugar antes de que ese hombre lo obligara a hacer cosas que definitivamente no quería hacer. Kimhan, ojalá pagues caro por todo esto, pensó con mucha ira contenida, casi acaparando el miedo que sentía.

– Eres muy lindo, angelito – el aliento de ese hombre olía a cigarro y alcohol, era asqueroso – Dime tu nombre.

Chay tragó saliva – Preeda, señor – contestó.

La mano del hombre bajó hasta posarse en las nalgas de Chay quien apretó la mandíbula. Fue suficiente, si se quedaba ahí por más tiempo... lo iban a violar, lo iban a joder.

– Lo que sucede es que me están esperando – habló Porchay, mirándolo – Quizá... podemos vernos luego ¿le parece?

El hombre enmarcó una ceja peluda – ¿Luego?

– Si, eh... usted dígame donde y cuando –

Rogó a los cielos para que se escuchara como un prostituto joven y bello que quiere conquistar a su cliente, de verdad esperó verse coqueto y no asqueado. El hombre se acercó a su cara.

– Lo que pasa, cariño, es que no lograré aguantarme hasta la próxima vez que nos veamos – le dijo – Tengo tantas ganas de cogerte aquí.

La presión de Chay menguó – Pero...

– Pagaré lo que sea por ti –

– No quiero dinero.

El hombre sujetó con fuerza la cintura de Porchay, casi haciéndole daño.

– ¿Entonces? – bramó

– Quiero... – Chay relajó sus hombros – Si. Follaremos.

¿Qué cojones había dicho? Porchay no era actor, no era stripper, no era prostituto, no era un vagabundo, no era promiscuo, de hecho, nunca había tenido sexo antes con nadie, ni siquiera con Malee, quizá algunas tocaditas, y todo eso, pero nada más y ahora estaba allí, sentado en las piernas de un mafioso insinuándole sexo sucio para salvar su vida.

– Eres un diablillo con cara de ángel ¿eh? – el hombre aflojó su agarre – ¿Dónde quiere hacerlo, cariño?

Chay respiraba entrecortadamente – Baño – contestó – En el baño. Ya.

– ¿Ya?

Porchay asintió – ¿Acaso no me quieres?

El hombre sonrió, maravillado y asintió, le dio un empujoncito a Porchay y de inmediato se puso de pie, Chay lo vio hacerles una seña a sus amigos antes de llevarlo hasta la salida del palco. Okey... pensaba Porchay delante de él, lo sentía mirándolo, era repulsivo... Tienes que ser valiente, Porchay, es ahora o nunca, si te logra meter al baño será tu puto fin. Con el corazón a mil, los puños crispados, sudando... Chay se giró rápidamente.

Bambi - KIMCHAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora