7. Pecado capital +18.

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7. PECADO CAPITAL +18. 

Porchay no sabía qué hacer. No podía pensar con claridad porqué estaba atado de manos, y era exasperante, nunca se había sentido así antes... su hermano corría peligro, Malee corría peligro y seguramente, para este momento, su relación ya estaba yéndose directico para el carajo. Y es que lo extrañaba tanto, extrañaba su sentido del humor, su sonrisa casual, y sus hermosos ojos brillantes cuando Chay le decía que lo quería, era una relación tan vainilla y sana, entonces... por su mente se cruzó algo, algo... pecaminoso: Kim.

Kim era muy diferente a Malee, la comparación incluso sería mala, pero así es. Kim es osado, grosero, dominante, oscuro... algo que Malee jamás sería y Chay lo agradecía, pero ¿entonces por qué estaba pensando en Kim? En ese jodido loco de mierda que lo tenía secuestrado cuidando a una niña... secuestrada, ¡mierda, eso sonaba mal, muy mal! Chay pensó particularmente en algo, la sonrisa de Kim, la malvada, pero sensual sonrisa de ese joven le ponía los pelos de punta, eso era cierto y le encantaba, por cristo que sí, tenía que admitirlo, aunque doliera, le gustaba la sonrisa de Kim por más miedo que le diera, es que Chay nunca había estado en una situación así, sintiéndose así, y aunque despreciara a Kim con todas sus fuerzas, no podía evitar pensar que... el tipo era caliente.

¡Chay eres un completo imbécil! Por el encierro estás comenzando a padecer el síndrome de Estocolmo, ¡que ridículo! Kim no podía tener nada de bueno más que un cuerpo tonificado y un cabello impecable, fuera de eso, era un tipo sádico, narcisista, mandatario y jodidamente mal de la puta cabeza. Con cuidado se sirvió en té que estaba preparando en la cocina de la casa, miró por la ventana de esta y vió a los guardaespaldas pasearse de un lado hacia otro con pistolas y rifles en sus manos, ¿es que jamás descansaban? Chay contempló la posibilidad de escapar unas diez veces durante la noche, pero evidentemente, no podía, a demás, Chay tenía corazón y no quería dejar sola a Lin con esas personas.

¿Por qué nací siendo tan sensible? Se preguntaba Porchay después de tomar algunos sorbos de su té, las cosas serían más sencillas si quizás él fuera un poco más frío. Se apoyó en la encimera siendo bañado por la luz lunar que entraba por los vidrios de la ventana... quería ir a su casa, extrañaba hablar con Porsche, y besar a Malee mientras veían una aburrida película de comedía, Malee odiaba el género de terror y para ser franco, Chay también, eran más de comedía y drama, cosas así.

– Bambi, ¿en que piensas? –

Chay se sobresaltó, girandose en el acto y viendo la silueta de Kim ingresando a la cocina, estaba vestido como esta tarde solo que ahora llevaba una chaqueta de cuero café cobre sus hombros y el cabello vagamente peinado hacia atrás. Chay dejó la taza de té con cuidado en la encimera, si tenía que defenderse de él no podía hacerlo con las manos ocupadas.

– ¿Qué haces aquí? – preguntó, observó el reloj de la cocina – Son las once.

Kim asintió, se paseó hacia el otro extreño de la cocina, pegando su espalda en la pared en frente de Chay.

– Lo sé, quería asegurarme de que todo estaba bien por aquí – comentó, casual.

Chay achiquitó los ojos – Pues como ves, todo está bien, no he escapado – fue sarcastico. Kim sonrió, y Chay pudo detener su mirada en esa sonrisa manipuladora y sagaz.

– ¿Vas a decirme en que estabas pensando? – preguntó

– ¿Ahora te importa lo que piensen tus rehenes? – inquirió Chay cruzándose de brazos

Kim exhaló – No seas melodramático, tienes mejor vida siendo un "rehén" – hizo comillas – Ya que, por mi experiencia, una persona secuestrada no tiene la libertad que tienes tu, mucho menos, los lujos.

Bambi - KIMCHAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora