Bambi - KIMCHAY

10. Alguien más +18

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Arrepentimiento, si bueno... era de esperarse, él lucía arrepentido, él estaba arrepentido, ¿de qué? De haber hecho esas cosas con Kim hace dos días en la ducha, pero de lo que más se arrepentía era de haber anhelado más. Chay era un buen chico, él lo sabía, hacía todo para no lastimar a nadie, aunque últimamente eso era algo cuestionable, antes de Kim, todo estaba bien, todo estaba en orden, tenía una vida común y corriente, ahora ni siquiera sabía si mañana estaría vivo, si su jefe dejaría de necesitarlo, si... si le pediría otra loca misión suicida como la del club.

Son muchos sentimientos para una persona, quizá podría explotar. Todo era incierto, al parecer, la vida de Kim era así y él arrasaba con todo lo que estaba a su alrededor, como un huracán, pero Porchay necesitaba frenarlo, no podía hundirse, no podía dejar que Kim lo arrastrara, que lo hiciera perderse más, él tenía una vida que quería recuperar, quería a su hermano, quería su pequeño trabajo, su poco salario, quería una vida tranquila, quería... a Malee, quería sentir sus brazos amables, aunque su lado... oscuro, el que todas las personas buenas tenían escondido en alguna parte, rogaba a gritos que se dejara llevar por Kim.

Inhaló con fuerza sentándose en el pórtico de la casa con una taza de té humeante, habían guardaespaldas moviéndose taciturnamente por los jardines, de aquí para allá, ¿cuándo Chay se imaginó que habría tantas personas cuidándolo? Bueno, quizá cuidado de que no se escapara con Lin, porqué para ser sincero, Chay sí lo había pensando ya un par de veces, pero era inútil y arriesgado, podía lastimar a Lin en su intento de huida.

– ¿Puedo?

Era Kim. Ya reconocía su voz gruesa y algo ronca, Chay asintió haciéndose a un lado para darle espacio. Kim se sentó con los codos encima de las rodillas y un cigarro entre sus dedos, Chay arrugó la nariz.

– ¿No te gusta?

– Odio ese aroma – contestó Porchay

Kim sonrió de medio lado – ¿Tu hermano no lo hace?

– Si, y también lo odio – contestó

Kim exhaló el humo y apagó el cigarro con la suela de su bota negra. Chay enmarcó las cejas.

– ¿Desde cuándo eres taaan complaciente conmigo? – preguntó.

Kim lo miró – Estoy de buen humor, no lo arruines, mocoso.

– Bueno – cantó Porchay entrelazando sus manos tomando la misma postura de Kim, codos en las rodillas y encorvando un poco la espalda. – ¿Qué haces aquí?

– Venía de la casa de mis hermanos, tengo algo que hablar con Bao aquí –

– ¿Bao? – preguntó Chay

Kim señaló a un hombre con rifle – El jefe del grupo que cuida esta casa.

– Humm... – Chay miró a Kim – ¿Cuántos hermanos tienes?

– Son preguntas personales.

Chay bufó – No es como que vaya a actuar en tu contra con esa información.

Kim lo miró con los ojos entrecerrados.

– ¿No lo harás?

– No – vaciló Porchay pero hizo una risa amarga – Bueno, si pudiera...

Kim dejó de verlo – Tengo dos hermanos mayores –

– ¿Son iguales a ti?

Kim bufó – ¿De guapos? No, para nada, soy lo mejor que tiene esa familia.